Diario del Huila

Cam, el verde del Huila agoniza. Qué hacer

Oct 14, 2024

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Como la CAM del Huila, sobre el resto de las corporaciones dedicadas a la regulación y el cuidado del medio ambiente en Colombia, muchos ciudadanos hacen la pregunta: ¿qué hacer cuando la naturaleza está muriendo? Ante lo que la mayoría de las entidades unidas a la luctuosa indiferencia de gran parte de la ciudadanía, voltean el rostro para no asistir al velorio de un nuevo río cuyas aguas ya no volvieron a besar las raíces en riberas y menos acoger a familias en un integrador paseo de fin de semana.

Pero tampoco pareciera importar que la quebrada que surte el acueducto municipal merme cada año su caudal por lo que el racionamiento regulado es la acción administrativa más recurrente y única alternativa. Estas entidades no han sido capaces de establecer una gobernanza proactiva y posible con la ciudadanía; pareciera que solo existen para ejercer un papel de recaudador de impuestos sobre tasas de uso del agua, otorgar licencias e imponer sanciones cuando éstas no logran ser negociadas bajo presiones pérfidamente politiqueras, para lo cual es menester mantener una burocracia enorme que consume el presupuesto que debería orientarse a la inversión concreta y medible en la transformación de los entornos naturales en procura de hacer que el agua y sus magnánimos efectos pervivan en el territorio.

Es realmente frustrante que una región como Huila, cuyas fortalezas naturales aún celebran su inclusión en la biodiversidad del Macizo Colombiano, asista en épocas como la vivida en el verano del actual segundo semestre, verano que aún no termina, a la muerte de afluentes, de ganados vacunos y caballares, como a la incineración de vastas zonas arbóreas carentes de clorofila para defenderse de la invasión del inclemente sol que atiza el fuego en arbustos y matorrales moribundos.  Y cuando hablo de gobernanza liderada desde lo público, me refiero a que las comunidades deben sentir la presencia de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena en acciones aplicadas a la preservación de la vida verde, liderando campañas constantes e impactantes para que niños, jóvenes, mayores e incluso adultos mayores, sean sujetos activos en la siembra y asistencia de un árbol en su solar o en su barrio, en las zonas de influencia de ríos y quebradas. Una gobernanza que fluya hacia todos los municipios y que, aquellos hombres que viven de la tala de los árboles ya dejen de recibir la aprobación de la autoridad ambiental para seguir haciendo enormes muebles para suntuosos hogares, sin importar que, mientras el longevo roble derramó su sangre verde, miles de aves ya no empollaron más. Y es que el papel puede con todo; un informe de un técnico al servicio de la entidad puede bastar para que el transformador de la valiosa madera justifique impunemente que la misma es producto de una creciente de un río o la muerte natural de centenario árbol.

Esta terrible pasividad e indiferencia de entidades y comunidad en general, coadyuva a diario a la muerte de Natura. El Huila, otrora muy verde y ahora apenas medio verde, es el Santiago Nasar de García Márquez. Todos reunidos en salas de juntas o en interior de cualquier hogar, hablamos del calor reinante, de la infertilidad de las nubes sobre el caserío; y luego, nos apostamos en balcones y andenes a presenciar el cada vez más discreto volumen de agua en afluentes agonizantes. Más adelante, cual Nasar apuñalado por los hermanos Vicario, todos rasgamos nuestras vestiduras frente al monte en fuego, los sembrados de arroz abandonados cuando apenas la espiga deseaba lucir estambres y polen nonatos.

Un huilense que no se reporta en reciprocidad con su entorno, es un ciudadano infame; un artesano que solo extrae madera y no riega a diario un árbol, es un indolente y farsante si al vender el producto se ufana de preservar la identidad cultural. Un empresario de ´productos químicos es un homicida cuando no hace la deposición de residuos en los lugares apropiados. Un legislador en el congreso es un deplorable humano cuando aprueba leyes que llenan de calor los entornos. Un gobernante en la presidencia del país o en la región seccional o local, es repudiable cuando omite su deber de guardar la vida de los entornos naturales.

Permítanme los lectores compartir con ustedes el soneto de mi autoría Aborto de Flores, incluido en el poemario BESO DE NUBE, publicado en 2017 por Altazor Editores: Las abejas lloran el aborto de las flores/ la araña soberana de frescos agujeros/ cede su morada a la luz que agobia el paisaje. En la amenazante bóveda/ hay gritos de nubes, ausentes en el límpido manto/ perdidos en el sordo oído de las piedras/ antes frescas en la espesura del bosque/ vestidas de musgo a los pies del nevado. Espasmo caliente, intimidante y justiciero de Natura/ donde blande imperturbable/ su aterradora guadaña.

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