Las improvisaciones en la toma de decisiones gubernamentales, ha venido generando inconformismos en los diferentes sectores gremiales y de las comunidades en general, por el permanente incumplimiento de las promesas que ha venido realizando el ejecutivo, en los diferentes escenarios donde tiene la oportunidad, de compartir con las organizaciones sociales.
Desafortunadamente, de lo dicho a lo hecho hay mucho trecho, así lo expresaban nuestros ancestros. Toda política pública que se vaya a implementar debe ir siempre planificada y soportada financieramente. Estas fallas se han vuelto rutina al interior del gobierno nacional, debido a la incoherencia al plantearlas, porque se ajustan a la realidad nacional, ni se tienen encuenta el pensamiento de los demás sectores políticos que no acompañan a la administración. Y como si fuera poco, las limitaciones presupuestales que se han venido agudizando durante los últimos dos años, por factores que hemos analizado en estas líneas editoriales anteriormente.
No hay derecho que dichos sectores poblacionales, a través de estos comportamientos irracionales, estén afectando a la mayoría de los habitantes del territorio colombiano y con sus efectos dañinos a la dinámica productiva del país. Han bloqueado algunas vías de Boyacá, Córdoba, Antioquia, el Eje Cafetero, Norte de Santander y Santander, en este último se han realizado dos diálogos sin éxito alguno. Lo anterior debido a que los manifestantes piden que los dejen trabajar en zonas aledañas a los páramos, que en este caso sería el Almorzadero y Santurbán. Hay que rechazar, como siempre las vías de hecho a las que han recurrido campesinos y mineros de seis departamentos para protestar contra el Decreto 044 del Ministerio de Ambiente que reglamenta la Ley 1930 de 2018, que protege los páramos del país
Lo anterior, ocurre en el marco del desarrollo de la Conferencia de las Partes COP16, que se está llevando a cabo en Cali, con la participación de 196 países del mundo y con una masiva asistencia de más de 20 mil personas a los diferentes eventos académicos y científicos relacionados con la biodiversidad, paz con la naturaleza. Con estas protestas, inclusive en la propia capital del Valle, estamos en el foco mundial de todos los medios de comunicación y redes sociales. Lo grave de estas protestas, es la presión popular, que es el precio que toda la sociedad tendrá que asumir para dar paso a nuevos modos de producción con menor presión sobre los bienes y recursos naturales. La conservación de páramos y ecosistemas en riesgo requiere, sí o sí, de herramientas y planes que les ofrezcan a los habitantes de estos lugares la posibilidad cierta de un tránsito a condiciones de vida atractivas para ellos. Se debe concertar con realismo, es lo ideal. El reto es encontrar el fiel de la balanza, y la clave está en una virtuosa y ejemplar gestión gubernamental.
