POR: JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
Prácticamente, desde que comenzó el gobierno Petro, venimos escuchando al residente sobre el “golpe blando” que quieren propiciarle; frente a las declaraciones del embajador Benedetti en diálogos cibernéticos con la directora Laura Sarabia, donde se avizora de la amenaza de poner en conocimiento público toda una serie de comportamientos en el pre gobierno, que podrían comprometer al mismo Presidente; en lugar de dar una explicación, comienza de la teoría del “golpe blando”.
Luego ante el fracaso de sus reformas en el Congreso, especialmente la de la salud, se invoca al pueblo para defender su programa de gobierno, advierte que no se está respetando el resultado en las urnas y dice nuevamente que le quieren dar un “golpe blando”.
Cuando aparecen los escándalos contra funcionarios del gobierno como el de la UNGRED, que comprometen en posible acto de corrupción, a altos congresistas y hasta ministros; que no son ningún cuento de la oposición de derechas a su gobierno; también sale al encuentro el presidente, señalando que le quieren dar un “golpe blando”.
Igualmente, cuando el CNE decide abrirle una investigación a su campaña presidencial, por haber excedido los topes económicos en más de cinco mil millones de pesos, en lugar de comprobar que no es así, sale a decir que el Consejo Nacional Electoral no es competente para investigarlo, que goza de fuero y que lo que sucede es que le quieren dar un “golpe blando”.
Lo más escandaloso, es la queja que presenta ante el cuerpo diplomático, dejando por el suelo la democracia y las instituciones democráticas que está llamado a defender. La patria no se traiciona.
Cuando se acude a la instituciones previstas en la Constitución, para que se investigue la conducta de los funcionarios públicos, lo que está sucediendo es precisamente un “estado de derecho” en funcionamiento; el poder en las democracias se controla a través del derecho, es lo que se llama el “estado de derecho”, que es el sistema de pesos y contrapesos para que los gobernantes no se desmanden.
Nada más lejos de un golpe que el ejercicio y funcionamiento de esos controles que tiene el estado de derecho. Al contrario, impedir que las instituciones previstas en la Constitución funcionen, amenazando acudir al pueblo para se imponga sobre ellas, es lo más antidemocrático que puede presentarse y eso si constituye una “dicta blanda”.
El delirio del “golpe blando” no deja de ser un mero pretexto del Jefe de Estado para desviar a la opinión pública de los escándalos que presenta su gobierno. Tiene a su favor el Presidente, un sistema presidencial fuerte, un control sobre instituciones trascendentales, como Fiscalía, Contraloría, Procuraduría, Defensoría del Pueblo; es el Jefe de las Fuerzas Armadas, para citar apenas algunas cosas que configuran su poder; así que si se deja dar un golpe, es que está dormido.
Pero además tiene otra cosa a su favor, su mejor seguro y que lo pone a prueba de “golpes blandos o duros” y es que todos los colombianos nos aterramos, ante la posibilidad siquiera imaginable, de que pueda ser reemplazado por la Vicepresidenta.