Por: JAVIER ERNESTO MONJE ESCOBAR
Quince días han transcurrido desde que aquel carro de marca Mustang de color rojo, atropelló a dos ciclistas a eso de las 5 de la mañana de un domingo, avanza el tiempo y las autoridades aún no determinan si Sergio Israel Rojas Serrano, dueño de este, fue el autor de esta dolorosa escena que le arrebató la vida a Juan Carlos García y dejó gravemente herido a su hermano Cesar García Sastoque.
El 3 de noviembre, Juan Carlos inició lo que sería su última ruta como ciclista junto a su hermano, quienes fueron embestidos sin piedad. Aquel día, ninguno de los dos podía imaginarse que, un irresponsable iba a marcar sus vidas por siempre y que, por más que avance el tiempo, el culpable sigue deambulando, evadiendo las consecuencias de sus acciones.
Es inaudito e indignante creer que esta persona huyo del lugar de los hechos sin dar la cara, omitiendo su deber de socorro, siendo este señor el causante del siniestro vial y allí es donde nos damos cuenta de la lentitud de la justicia, permitiendo que el protocolo de escape sea efectivo: huir del lugar del accidente hasta que el alcohol desaparezca del organismo y luego alegar, que este vehículo fue hurtado, incluso, sin pruebas ni denuncias previas; es lógico, lo primero que hago al instante de que me sea hurtado el carro es denunciar.
Los videos que muestran a este sujeto en la escena, portando una bata blanca, son los que podrían determinar que este vehículo no había sido hurtado, pero, desafortunadamente, no son claros y contundentes para la Fiscalía quien es la entidad encargada de investigar este suceso. En esta historia, lo más alarmante es su historial: un funcionario de la Superintendencia de Transporte con multas de tránsito que suman aproximadamente $57 millones, un carro sin SOAT vigente y una licencia suspendida hasta 2049. ¿Cómo alguien con este historial puede seguir circulando por las carreteras, poniendo en peligro cientos de vidas a diario?
Claramente, los ciclistas, por su condición, siempre estarán en un estado de indefensión y vulnerabilidad en las vías, lo que exige medidas de protección y mayores garantías para su seguridad. Esta concientización debe comenzar desde las escuelas de conducción, donde es importante inculcar el respeto hacia los ciclistas y promover su seguridad como una prioridad. Es necesario que los futuros conductores no solo reciban formación técnica, sino también una sólida educación en normativas como la Ley 1811 de 2016, que fomenta el uso de la bicicleta, otorga beneficios a quienes la eligen como medio de transporte y ajusta el Código de Tránsito para asignarles un carril exclusivo para su movilidad. Además, se debe concientizar y aclararle a los propietarios de vehículos que las carreteras no son de su propiedad, sino un espacio compartido que exige respeto mutuo.
La muerte de Juan Carlos no puede quedar impune, no puede ser una cifra más en las estadísticas, no queremos que este sea un caso más archivado por falta de pruebas, un caso más que prescribe en el tiempo, necesitamos celeridad y justicia para que este sea un precedente que honre su memoria y sea una luz de esperanza para millones de ciclistas en Colombia.