EL RINCÓN DE DIANA
Por: Diana Montes
El Agrado, un pintoresco municipio en el departamento del Huila, es un claro ejemplo de cómo la naturaleza y la historia se entrelazan para dar forma a una identidad única. Este municipio, ubicado a 838 metros sobre el nivel del mar en el valle del Magdalena, tiene una extensión de 286 km² y una temperatura agradable que ronda los 24°C, lo que lo convierte en un lugar propicio para el desarrollo agrícola.
Con poco más de 9.200 habitantes, El Agrado ha sabido aprovechar su ubicación en las estribaciones montañosas, donde los accidentes geográficos como la serranía de las Minas y el cerro Pan de Azúcar se levantan majestuosamente, brindando un entorno fértil para los cultivos. Aquí, la agricultura es el alma de la economía local, destacándose los cultivos de café, caña, plátano y hortalizas. Estos productos no solo son consumidos localmente, sino también comercializados en municipios vecinos, lo que refuerza su importancia económica.
Sin embargo, El Agrado no es solo agricultura. Este municipio también tiene un profundo valor histórico. Se le conoce como la «Cuna de José María Rojas Garrido», en honor al presidente de Colombia en 1866, durante la época del Liberalismo Radical, en la vigencia de la Constitución de Rionegro, cuando este país se llamaba “Estados Unidos de Colombia”. Además, cuenta con poblados llenos de historia como San José de Belén, donde se encuentra una de las capillas más antiguas del departamento, un sitio que refleja las profundas raíces religiosas y culturales de la región.
El Agrado representa el equilibrio perfecto entre la preservación de la historia y el desarrollo agrícola. Sus campos y montañas no solo producen alimentos, sino que también cuentan historias de generaciones pasadas que han dado forma a esta comunidad. Este «Jardín Agraduno» es, sin duda, un testimonio de la riqueza cultural y natural que tiene el Huila para ofrecer.
