Por: Carlos Tobar
La semana que pasó estuvo caracterizada, desde el punto de vista político, por la prueba de fuerza entre el gobierno Petro y la oposición uribista. Los dos extremos de la vida política nacional ajustaron sus fuerzas para medirse en las calles. Los gobiernistas para salir a defender “las propuestas de cambio”, mientras los opositores denunciaban “el fracaso del tal cambio”.
En Neiva no pudieron ser más lánguidas y tristes. “Cuatro gatos y un turpial”, como la vieja expresión popular, describen a la perfección el poco interés de la ciudadanía por este tipo de “liderazgos”. La verdad es que no representan a nadie, fuera de a sí mismos.
En el caso del uribismo ni la presencia de María Fernanda Cabal, precandidata presidencial, despertó el entusiasmo de las huestes de rancia estirpe conservadora.
Diego A Santos, uno de los Santos de la vieja casa de El Tiempo, promotor de la marcha de la oposición al gobierno Petro, escribió en X una autocrítica de la cual vale la pena entresacar algunas de sus afirmaciones: “¿Por qué vamos a tratar de maquillar algo que salió mal? La marcha que los ciudadanos de la oposición convocamos hoy no fue buena.”, “Hoy salimos a marchar los que nos la pasamos en la red X. Muy poquitos.”, “La gente está cansada y aburrida. Está cansada y aburrida de Petro. Está cansada y aburrida de nosotros, la oposición. Las marchas del gobierno son exiguas. Las nuestras igual. Es un hecho plasmado en la evidencia, ahí está.”, “No salgo aburrido de la marcha. Salgo con una radiografía clara del estado de las cosas. Nuestras marchas solo convocan a personas ya mayores, a exintegrantes de las Fuerzas Armadas y algunas personas del estrato seis. No hay jóvenes, no hay clase media, no hay trabajadores de la salud, no hay comerciantes, ni transportadores, no hay empresarios, ni gremios ni sectores afectados por todo lo que está pasando.”, “Pero esto no es culpa de ellos.”, “La realidad es que no tenemos un mensaje, que habitamos en una burbuja alejada de una lectura real de lo que está viviendo y sintiendo el país.” Para terminar con esta sentencia lapidaria: “Creo que las marchas de la oposición murieron hoy.”
Las conclusiones de Diego Santos son precisas. Describen a la perfección el cansancio ciudadano por las políticas de confrontación de los dos extremos del espectro político que están destrozando al país. Que nos han querido vender, afirmando, por ejemplo, que la división es entre “guerrillos” y “paracos”, una simplificación burda de la tragedia nacional que nos deja la pobreza y el atraso económico y social.
El presunto enfrentamiento de caudillos: Uribe vs. Petro, es un vulgarismo que intenta ocultar el fracaso de Colombia como nación. Las élites políticas, las de viejo y nuevo cuño, surgidas de la falsa guerra interna (como que están sustentadas en el oscuro negocio del narcotráfico), han sido incapaces de buscar y proponer un gran acuerdo nacional para encaminarnos por el camino de la prosperidad.
Necesitamos un país que se desarrolle en las formas más avanzadas de la producción y el trabajo. Que les dé oportunidad a todos sus hijos, no que los mate. Es hora de volvernos serios y dejar de ser minusválidos políticos. A pensar con grandeza, más allá de las mezquinas pretensiones de quienes nos han conducido a esta penosa situación que vivimos.
Neiva, 25 de noviembre de 2024