Por: Víctor G. Ricardo
Angustia, desilusión, incertidumbre, desesperanza, desabastecimiento y desamparo. Éstos son los sentimientos que hoy viven en los colombianos después de lo que inició como manifestaciones pero que terminó en anarquía, destrucción y violencia. Lo que hemos vivido durante los últimos días en distintos lugares de Colombia, en unos con mayor rigor que otros, es algo que si nos hubiesen preguntado hace quince días, muchos de nosotros no lo hubiéramos imaginado posible.
Lo que generalmente afecta a la capital, en esta ocasión no ha dejado inmune a los municipios aledaños, por medio del bloqueo de las vías, y ha afectado en la mayor medida a otras de las principales ciudades, mediante el desabastecimiento brutal, e incluso mediante la violencia como sucedió en Cali, Popayán, Yumbo y en algunos otros lugares.
Y es que todos los colombianos respaldamos la expresión libre a través de manifestaciones o protestas sociales, pero lo que no es admisible es que las personas aprovechen para hacer actos vandálicos o bloquear vías, para producir un desabastecimiento de alimentos y combustibles en algunas ciudades y así crear un caos en las distintas regiones del país.
Colombia requiere de un pacto nacional donde las fuerzas políticas que lo integren le den una mayor solidez y gobernabilidad al gobierno. Los casos que se han venido presentando donde ante la desesperación de sus habitantes por la situación de indefensión en la que se han visto los ciudadanos, tomaron algunas personas por armarse y defenderse, es una de las realidades que se han visto y que son de la mayor gravedad para la seguridad nacional.
Mientras tanto, en los diferentes lugares del país hay acusaciones contra la policía por abusos de autoridad y lesiones a personas que participaban de las manifestaciones y protestas, hechos éstos que no se pueden defender; pero lo que no se puede admitir es que se acuse a la institución y no tener claridad que son actitudes en los que se han visto implicados algunos de sus integrantes, que deben ser investigados y de ser responsable castigados.
La situación que estamos viviendo es seguramente la más grave en este siglo y seguramente en los últimos 75 años, por lo que se requiere que el gobierno concrete soluciones que permitan recuperar la seguridad y estabilidad perdida.
Aquí no se puede actuar con actitudes partidistas, individuales o sentimentales. Todos tenemos que defender las instituciones y la democracia. En medio de una pandemia las condiciones se agravan y la solución o esquema para lograrla no da espera.
No se nos puede olvidar qué hay enemigos internos de la actual democracia y que también hay personas que a nivel internacional están buscando la desestabilización de nuestro gobierno y del país.
No podemos seguir conversando sin conclusiones que nos den una solución a la incertidumbre que vivimos, pues de lo contrario los vándalos y anarquistas ganan terreno.
Necesitamos concertación con acuerdo nacional y autoridad y defensa de las instituciones, la democracia y la ciudadanía.
Por otra parte las informaciones que están circulando en el exterior obligan al gobierno a trabajar para aclarar noticias que perjudican nuestra imagen y alejan el interés en nuestro país y aleja la inversión extranjera, lo que traería una mayor crisis económica.