Por: Aníbal Charry González
El Comité Nacional de Paro en un comunicado del pasado 20 de mayo, destacaba que a raíz de las masivas y pacíficas movilizaciones de la juventud, de la ciudadanía y las organizaciones étnicas y populares, se había generado la posibilidad histórica de replantear el modelo económico, social y político, que no se podía desperdiciar y que ya había logrado detener dos reformas regresivas como la tributaria y de la salud, y además que el Gobierno aceptara una mesa de negociación para tratar de obtener lo que por décadas varias generaciones habían luchado, quedando atrás la idea de una ciudadanía inmóvil y ajena de la situación social, económica y política.
Sin duda, teniendo en cuenta la magnitud y perseverancia de la movilizaciones, especialmente de la juventud , lo expresado en el comunicado es consecuente con la realidad, y ello es positivo para el país después de tanta depredación, corrupción y promesas incumplidas de la clase política que nos ha malgobernado privilegiando sus mezquinos intereses, pero hay que destacar también que tuvieron que pasar 73 años del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, el líder político liberal más destacado que hemos tenido, que interpretaba fielmente el sentir del expoliado pueblo colombiano, para que se cumpliera su aspiración de que, cercano estaba el día en que veríamos si el pueblo mandaba y ordenaba, si el pueblo era el pueblo, o una multitud anónima de siervos, quedando claro que ahora estaba demostrando que sí podía ordenar y mandar.
Y ahora es que hay que desplegar un liderazgo monolítico, no solo para negociar y obtener respuesta efectiva al pliego de emergencia, sino para obtener cambios radicales, especialmente en el pervertido sistema político electoral, que debe incluir una reducción y profunda reforma del congreso que no puede pasar de agache, porque es la madre de todos los males que aquejan al pueblo colombiano, particularmente de la corrupción que ha invadido todas las instancias de la administración pública y la misma sociedad, que ha demostrado nula voluntad de reforma y acatamiento a la voluntad popular, como que literalmente se pasó por la faja casi 12 millones de votos de la consulta anticorrupción, no quedando otro camino que acudir a una constituyente pero limitada, agregándole una reforma a la participación ciudadana para que se pueda expresar directamente sin tener que pedirle permiso a ese congreso contaminado, como ocurre con el referendo o la asamblea constituyente, convertida en una farsa la soberanía popular.
Y no hay que temerle a esa constituyente que no puede cambiar nuestra Constitución de libertades y derechos para obtener esas reformas que son urgentes y necesarias y que el congreso nunca hará, porque será limitada a los puntos que defina el constituyente primario, agregándole una reforma a la justicia y a los organismos de control para que se pongan al servicio de los intereses del pueblo y no de la clase política corrupta que los nómina y elige, si verdaderamente queremos aprovechar estos momentos para lograr las reformas que necesitamos y raparle a la clase política su ominoso poder.
