Por: Fernando Bermúdez Ardila
Escritor e historiador
Nominado Premio Nobel de paz 2010
Es innegable que el gobierno tiene una enorme deuda social con el pueblo, como también es innegable, que muchos están aprovechando este descontento para pescar en río revuelto.
Y es que esta deuda social no es de este gobierno, es una deuda histórica de más de 200 años, no pretendo entrar en discusiones y ser el abogado del diablo, sin querer decir que el presidente actual sea el diablo; lo que le está pasando al presidente Duque, le hubiese pasado a cualquiera que hubiera asumido la presidencia en este cuatrienio.
Además de la deuda histórica que se tiene con el pueblo, los compromisos pactados en los acuerdos de la Habana tienen un costo demasiado alto, tampoco quiero decir que no estoy de acuerdo con que se hubiesen llegado a ellos, por el contrario, este acuerdo, así hubiese sido parcial, es un gran avance en la búsqueda de la paz tan anhelada por los colombianos después de 72 años que han bañado de sangre nuestro país a lo largo y ancho, silenciar un fusil ya es un gran avance.
Sumado a esto un déficit fiscal que arrastra el país desde gobiernos anteriores producto de pésimas administraciones y además del saqueo sistemático a las arcas estatales por parte de la maquinaria corrupta que nos ha gobernado por dos siglos.
Agreguémosle un año 2020 en donde la pandemia hizo no sólo en Colombia si no en el mundo entero que toda la economía se detuviera, creando incertidumbre en los mercados, desempleo masivo y una recesión mundial.
Esto llevó a que el gobierno en su desespero y con una torpeza política de enormes dimensiones, presentara en su peor momento, previo a un paro que ya estaba anunciado, una reforma tributaria grabando a los colombianos con impuestos hasta el derecho a morir.
Este maremágnum de eventos fue el cóctel ideal qué aprovecharon para hacer de las suyas la delincuencia organizada, no me atrevo a llegar tan lejos y decir que está orquestada por Venezuela o países extranjeros, pero lo que sí es cierto es que hay intereses nacionales de personas y organizaciones criminales en desestabilizar y hacer de las suyas aprovechando el descontento general de los colombianos.
Los grandes perdedores con la parálisis, taponamiento de vías y el vandalismo desenfrenado es el mismo pueblo.
Muchas empresas terminaron o terminaran por quebrar y por lo tanto el desempleo aumentará.
Todas las pérdidas producto de saqueos, destrucción de bienes públicos y privados, deberán reponerse, el dinero obviamente, saldrá del erario público, de esos recursos que bien pudieron haber sido utilizados para todo lo que hoy se están reclamando.
La protesta es válida, hace parte de nuestra Constitución Nacional pero no por reclamar nuestros derechos nos sentimos autorizados a vulnerar los derechos de los demás. Pues él vandalismo, el taponamiento de vías impidiendo el derecho a la libre movilidad. Llevando al secuestro masivo de ciudades enteras, hechos que no están consagrados en nuestra Constitución ni en ninguna del mundo libre, y mucho menos avalados por la ONU.
