Por: Aníbal Charry González
Cuando algunos jerarcas católicos como en las épocas nefandas de la Violencia que nos dejara más de 300 mil muertos, en lugar de intervenir con su influencia religiosa poniéndose del lado del pueblo y sus permanentes precariedades y angustias, lo hacían del lado del establecimiento justificando la represión y la violencia como el fanático e incendiario monseñor Builes que desde el púlpito pregonaba que matar liberales no era pecado, resulta oportuno destacar en estos momentos de profunda crisis generada por la clase política que nos ha mal gobernado por tantos años, la valiente gestión de un verdadero pastor de su grey en una de las regiones más abandonadas y convulsionadas de nuestro país, no obstante ser considerado el principal puerto de comercio exterior, como lo es Buenaventura.
Me refiero a monseñor Rubén Darío Jaramillo, obispo de esta ciudad, quien en una entrevista concedida a un medio de comunicación de Risaralda, dice con valor varias verdades que ponen en peligro su vida en este país de asesinos de toda laya, y que explican en gran parte las causas de la profunda crisis social que padecemos y por supuesto la masiva inconformidad ciudadana y de la juventud sin esperanza que justificadamente protesta pidiendo reformas sustanciales que nos permitan enderezar el torcido rumbo nacional.
Para empezar, sin elipsis da en el clavo en identificar la vergonzosa desigualdad social como la causa eficiente de la desesperada protesta, afirmando que los jóvenes de Buenaventura están presos precisamente por esa aberrante desigualdad, porque sencillamente las víctimas se vuelven victimarios cuando han recibido agresiones de todo tipo, padeciendo toda clase de precariedades y abandono sin tener una familia bien constituida, que hace posible que tengan una rabia interior que después expresan de alguna manera, porque son víctimas de un sistema indolente que no ha ofrecido las oportunidades por las que está luchando.
Por eso agrega el corajudo obispo, que no podemos ser en estos momentos miedosos y timoratos viendo la situación del país, la injusticia social y la pobreza, porque hay es que hablar y pronunciarse como jerarcas católicos que deben ser la voz sin voz, en medio de tanta desigualdad social en un puerto que solo ve pasar la riqueza nacional, donde solo quedan migajas para atender una población empobrecida con el más bajo nivel de educación y los jóvenes solo tienen un futuro oscuro acorralada por organizaciones criminales que se apoderaron de cada rincón de su geografía y la corrupción campea por todas partes, por lo que trabaja mucho por la defensa de la dignidad de la gente y los derechos humanos, exigiéndole a los gobiernos que cumplan con los acuerdos que se firmaron hace 4 años.
De ahí que este verdadero pastor de su grey comprometido con las causas de los más pobres como corresponde a la doctrina social de la iglesia, afirme con razón que debe haber un diálogo productivo y una negociación que garantice ciertas transformaciones sociales profundas, sin las cuales no podremos salir del estallido social que padecemos. Mis respetos para monseñor Jaramillo.