Por: Camilo Guzmán
Hace unos días Probogotá publicó una declaración pública donde afirmaba que los empresarios podían y debían pagar más impuestos. Debo confesar que la leí con profunda indignación y sorpresa.
El pronunciamiento de esta fundación pareciera desconocer, por un lado, la realidad de la carga impositiva a las empresas en Colombia y, por otro, que más del 90% del tejido empresarial son micro, pequeñas y medianas empresas. Adicionalmente, el aplauso momentáneo puede generar el efecto contario, dejando un remedio peor que la enfermedad.
Según datos del Banco Mundial, la tasa tributaria total (el porcentaje de las utilidades que una empresa paga en impuestos), es de 71,2% en Colombia. En países de la región, como Chile, es de 34% y en Perú 36,8%. En Estados Unidos es de 36,6%, y en países nórdicos como Noruega es de 36,2%. En el país con mayor libertad económica del mundo, Singapur, es de 21%. Así, una empresa en Colombia paga más del doble en impuestos que una en Noruega.
Si queremos ser un país competitivo, con alta productividad y que además sea atractivo para la inversión extranjera, tenemos que disminuir la carga impositiva de nuestras empresas. Esto no es un capricho de algunos empresarios para generar más caja, como repiten algunos.
Un estudio durante toda la pandemia publicado por el Blavatnik School of Government de Oxford, ha demostrado que Colombia ha sido uno de los países con las mayores restricciones. Estas decisiones de los gobernantes han llevado a miles de empresas a la quiebra. No contentos con esto, llevamos más de un mes de paro nacional, con bloqueos en las principales vías del país y violencia desbordada que ha terminado de afectar a otro tanto de empresas de todos los tamaños en Colombia. En momentos turbulentos, no podemos condenar a más empresas a la quiebra aumentando los impuestos.
Quienes apoyaron el documento no vieron más allá del efecto inmediato que esto tendría en su círculo cercano. La mayoría de colombianos tiene un familiar o un amigo empresario (dueños de una tienda, un pequeño taller de confecciones, un emprendimiento de comida, etc), para todos ellos la carga impositiva es demasiado alta. La propuesta, en lugar de generar aplauso, más rápido recibirá tomates de esos microempresarios que con más impuestos terminarían ahogados.
Leer ese documento me acordó a Bastiat con su texto “Lo que se ve y lo que no se ve”. Se concentraron en su realidad, la del 1% de las empresas colombianas que hoy tiene cierta capacidad y podría pagar más impuestos, creyeron erróneamente que como ellos podían hacerlo, todos podrían. Concentrándose en lo que “veían” ignoraron por completo la realidad del 99% de las empresas.
La mayor preocupación de los colombianos, especialmente de los jóvenes, es la falta de empleo. Necesitamos solucionar problemas estructurales que impiden la generación masiva de empleo.
Empresarios, no es sacrificándonos como solucionamos el malestar social y sacamos a Colombia adelante.