Hace muchos años el Día del Campesino era una fecha que tenía mucha sonoridad, pues esa fecha era el momento para homenajear a todas esas personas que dedicaban su vida a producir todo lo que los colombianos consumían, lo que llevaban a la mesa para compartir en familia.
Con el pasar de los años ese evento nacional se fue dejando de lado, al punto que como ocurrió esta semana el Día del Campesino pasó casi que desapercibido, donde pocos se acordaron de ellos, de sus parcelas, de sus productos, pero nada más.
Y qué ironía, aunque nadie se acordó de los campesinos, las noticias por estos días hablan de la escasez de alimentos en la ciudad, de los altos precios con que se consiguen las cosas, de los bloqueos, de las manifestaciones, pero nadie se ha puesto a pensar qué está pasando en los campos y veredas del país y de esas personas que han dedicado su vida a labrar la tierra.
Por cuenta de todo este estallido social, que ya suma 36 días, son los campesinos los que se han visto más afectados, pues por cuenta de todo lo que han traído las protestas los productos que con tanto sacrificio han cultivado los campesinos, los animales que han levantado para alimentar a otros y así poder llevar bienestar a sus hogares, se ha perdido, llevando a que la crisis económica de la que tanto hablan los que viven en las grandes urbes, en las zonas rurales es aún mayor y de eso, como de los campesinos, nadie habla.
Los campesinos, abnegados, trabajadores, honestos, siempre han estado en medio de dos fuegos, y los que siempre han recibido la peor parte de todos lados. Cuando el conflicto armado, antes de la firma de los acuerdos de paz, ellos siempre llevaban las de perder si ayudan a las fuerzas armadas, si apoyaban a la guerrilla, si hablaban con los paramilitares, siempre terminaban siendo señalados por el bando contrario siendo obligados al desplazamiento y en muchos casos a exponerse a morir, por la nobleza que siempre los ha caracterizado.
Qué importante sería, que hoy cuando todo el mundo protesta por sus derechos, pudiéramos dedicar un capítulo especial a pedir mejores garantías por la gente del campo, que no piden mucho, porque para ellos trabajar la tierra es su mayor riqueza, pero que las condiciones fueran más esperanzadoras que las que tienen hoy en día, que sus productos fueran más apreciados con mayores facilidades para su trabajo y mejores precios para sus cultivos, porque sin ellos de qué viviría la gente de la ciudad, la misma que hoy se debate en medio de protestas desde diferentes orillas.
