Por: José Félix Lafaurie
… gritan unos jóvenes en un video confuso, que terminó siendo una puesta en escena, descubierta por alguien que grabó “el ensayo”, hasta con sangre de utilería, al estilo de su mentor, el narcolibretista Bolívar.
¡Nos están matando!, claman indígenas y afrodescendientes, en un documental contratado por ellos para denunciar asesinatos de líderes. ¡Nos están matando!, pintaron en murales en Medellín, con el silencio cómplice del alcalde.
¡Pare 1a masacre!, le reclama Maltés al presidente, con sus cifras de muertos que resucitan y desaparecidos que aparecen. Frente a la visita de la CIDH, la Defensoría informa de 58 homicidios en verificación y 111 personas sin ubicar, de ¡784! denunciadas.
¡Baño de sangre!, así calificaron los Comunes la acción policial, mientras sus congresistas “movían” la censura, acusando ¡a Molano! de ordenar “disparar contra el pueblo”. Cinismo miserable de quienes dispararon contra el pueblo durante medio siglo.
Pero… ¿Quién mata a Colombia?
Con un portafolio de 180 noticias falsas, una comisión del Centro Democrático, liderada por María Fernanda Cabal, fue a la CIDH a destaparles el ojo vendado, por la estrategia de la “inversión revolucionaria de la realidad”, utilizada por la izquierda para atacar al Gobierno y la Fuerza Pública.
¿Quién mata a Colombia? ¿Quién tira la primera piedra? Un conocido que vive por Banderas en Bogotá, me cuenta que, hacia las 5:00 p.m., pasan “los muchachos” con morrales cargados de piedras, a su tarea de agredir policías, generar su reacción, grabar videos confusos y capturas de vándalos que, por supuesto, se resisten, y lo que ve un consumidor de redes es… “brutalidad policial”.
La CIDH tenía que ver los policías quemados, acorralados, insultados; la destrucción de CAI’s, edificios públicos, entidades bancarias, locales comerciales, infraestructura e instalaciones de transporte público.
Mata a Colombia el comité del paro, orgulloso de sus “excelentes movilizaciones”, mientras la gente empieza a morir en sus casas. Mataban a Colombia al insistir en los bloqueos que destruyeron la economía y acentuaron la pobreza, y hoy, al anunciar su desescalamiento, se desnudaron, pues los que persisten no les obedecen, y los levantados son fruto del mandato presidencial y la acción de la Fuerza Pública.
Matan a Colombia los medios que alientan “marchas pacíficas”. Ninguna que afecte a los pobres, que induzca al contagio y la muerte es pacífica, así canten y bailen en ella. Mata al país el narcotráfico que nos legó el Acuerdo Farc-Santos, que asesina líderes sociales, mientras los mismos indígenas protegen a quien los mata, atacan a la Fuerza Pública e invaden ciudades.
Mata a Colombia Petro, sembrando odio como estrategia para montarnos un remedo un socialismo que rechazaremos en las urnas, porque… “la Colombia que quieren matar, goza de buena salud”.