DIARIO DEL HUILA, CIUDAD
Por: Hernán Galindo
¿Quiénes eran Los Bogas?
Durante todo el periodo colonial el río Magdalena y Dagua fue la vía más importante para comunicar a la región andina con el mar Caribe y Europa. La Flota de Indias, que llegaba a Cartagena procedente de España, aprovisionaba los territorios americanos en ropa, aceites, vinos y otras mercancías apetecidas por los españoles residentes en el Nuevo Mundo.
Sin embargo, remontar el río hasta Honda requería pericia y fortaleza. Era un trabajo brutal de doce horas diarias en canoas con catorce bogas que cargaban hasta diez toneladas de peso.
Las bogas en el Magdalena: Se les encuentra en los cuadros típicos de comienzos del siglo XIX, con los remos en movimiento, rodeados del paisaje solitario y tranquilo de la ribera: son las bogas del río Magdalena. Verdaderos motores del transporte fluvial que antecedió por muchos años a la navegación en buques de vapor en Colombia, se les identifica generalmente con una época cuya descripción quedó enriquecida por las numerosas observaciones escritas por los viajeros que se aventuraban en estos parajes. Su origen, sin embargo, se encuentra en la Colonia. La presencia de los bogas en el Magdalena se remonta a los años de los encomenderos, cuando el tributo de los indios se trasladó a la lucha contra la corriente del río en busca de Honda, cuenta en su ensayo, David Ernesto Peñas Galindo
Los lancheros
Los lancheros se encuentran en Neiva a la orilla del río Magdalena, en la parte baja del monumento a La Gaitana, lugar turístico por excelencia en la ciudad. Son unas 25 familias que viven de este negocio que cada día se ve afectado por la poca presencia de turistas y de bañistas
Luis Hernán Valencia, uno de los lancheros que tiene 46 años de edad lleva 25 años en el oficio. Llegó a la ciudad muy joven y logró aprender rápidamente, tras pasar por remero y pescador. Le gustó y se quedó en un trabajo que considera no es difícil, pero que se hace cada día más inviable en lo económico.
Es quien de un grupo de tres de los lancheros que atienden en el lugar decide hablar un poco de la historia, del día a día, de sus penas y sus alegrías. “Todos como yo aprendimos, primero remando, en ese entonces aún no todos tenían recursos para comprar un motor, por lo que algunos vivían de remar. Era importante el físico. Llegué, aprendí, me gustó y me quedé en este negocio que por esta época está muy difícil”, dice.
Se anima y relata que viven de los pocos turistas y los ocasionales bañistas que llegan. “Los fines de semana a veces llegan familias a realizar el tradicional paseo de olla por lo que la cosa mejora. Lo habitual es pasar la gente que habita la Isla, unas 64 familias dentro de las que cuenta la suya. Les tocó aprovechar un predio que les dejaron en la isla por lo de la pandemia. Así reducimos gastos y podemos vivir con mi mujer y mis tres hijos”, argumenta.
Le preguntamos por las bogas y habla que desaparecieron. “Los bogas eran los que pasaban o vivían en el río con las canoas a puro remo, se movía la canoa a punta de brazo, debían tener mucha fuerza. Con la llegada de los motores fueron desapareciendo o evolucionando a lo que son; lancheros. Las canoas se mueven actualmente con un motor fuera de borda que desplazó a los remeros”, refiere.
Los lancheros se han asociado para poder tener acceso a capacitación y a créditos, pero la verdad es que con lo de la pandemia la situación se ha complicado.
Carlos Perdomo, otro de los trabajadores a la orilla del río, se atreve a participar de la conversación y aporta que el año pasado fue uno de los más difíciles por lo de la pandemia. “Estuvimos encerrados cuatro meses y la cosa se complicó. Gracias a Dios se reabrió y poco a poco hemos podido regresar al trabajo. Claro que nunca será como antes. La contaminación del río y la pandemia nos han golpeado hasta llevarnos al filo de la quiebra”, sostiene.
Luis Hernán retoma el tema y dice que en otros tiempos San Pedro era la época esperada por todos para hacer los recursos que prácticamente garantizaban la supervivencia del resto del año.
En vísperas de San Pedro como estamos hoy, “recuerdo que todos hacíamos la plática para pagar las deudas, para mejorar los equipos, la lancha, el motor, el pago de los seguros y hasta para darse uno que otro gustico. El año pasado con la llegada de la pandemia entramos en crisis, se agudizó por la no realización del San Pedro y este año no sabemos qué va a pasar. En unas fiestas tradicionales en normalidad se podía hacer entre $7.000.000 y $12.000.000, dice con resignación. Por eso era esperado y se preparaban con ese propósito”, indica.
Pero ahora no hay nada, se vive de los pocos paseos y de pasar la gente de la isla, llevar y traer lo que producen o lo que necesitan, escasamente se hace para ahorrar para la compra de los seguros. En la isla hay 64 familias y ellos ya forman parte de esa comunidad. Esa será otra historia que les contaremos en Diario del Huila.
Adicional algunas personas vienen a bañarse al río. El costo de la pasada a la isla es económico solo $4000. $ 2000 de ida y $ 2000 la vuelta. “Un día bueno se puede hacer $100.000 y hay días como hoy que apenas son $30.000. De ahí se sacan los gastos; el mantenimiento, la gasolina y lo que queda se parte al 50% con el dueño de la lancha. No es propietario una lancha cuesta unos 13 millones y el motor otro tanto por lo que es difícil poder adquirir una,” agrega.
La verdad es que están que no saben qué hacer, e invitan a neivanos y visitantes a que conozcan la orilla del río, el servicio de lanchas, que los apoyen, ya que tratan de sobrevivir. Por último, los lancheros recordaron que otro tema que manejan y en los que se les puede apoyar es el de los mercados campesinos que realizan los días viernes. “Los viernes se hace un mercado campesino la orilla del río con los productos que están produciendo en la isla. Esas familias dependen y vieven de ello y por eso la invitación también es para que la gente acuda a la orilla del río los días viernes”, concluyen.