El lunes festivo se conoció del caso de una niña de 11 años asesinada en zona rural del municipio de El Pital, Huila, encontrada por su padre, concejal del municipio, con varias heridas de arma blanca.
El caso tiene indignados y consternados a los habitantes del municipio y del departamento del Huila, luego de que el cuerpo de la niña fuera encontrado con claras muestras de violencia.
Ese día Darly Natalia Anaya, de 11 años, se encontraba reunida con su familia en una vivienda ubicada en la vereda El Amparo, en zona rural del municipio El Pital, Huila, donde estaban celebrando el cumpleaños de un familiar. A eso de las 4:30 de la tarde, cuando pretendían tomar una fotografía grupal, se dieron cuenta que hacía falta la niña y empezaron una búsqueda en los alrededores.
Minutos después, lamentable el padre de la menor y concejal del municipio, encontró el cuerpo de la pequeña en medio de un cafetal cercano a la vivienda, a unos 40 minutos de la zona urbana del municipio. La niña tenía varias heridas en el tórax, que parecían ser causadas con arma blanca; aunque trasladó rápidamente a la menor hasta el centro médico de El Pital. La menor falleció por las heridas ocasionadas, sin embargo, médicos forenses avanzan en más análisis del cuerpo de la menor para determinar si fue víctima de algún otro tipo de violencia.
Este hecho contado de esa forma, parece una historia conocida, pero lamentablemente es un caso más que se suma a la ya larga lista de estadísticas que, en medio de centenares de expedientes, reposan en los anaqueles de los entes judiciales.
Cada vez que se presenta un nuevo caso de un menor maltratado o asesinado, o una mujer o una niña, todos hablan indignados por lo ocurrido, pero esta indignación solo dura un par de días y vuelve a aflorar cuando vuelve a conocerse el nombre de otra víctima.
Para frenar este tipo de casos violentos se ha legislado mucho, son muchos los defensores de los derechos de los niños y niñas, pero ¿para qué sirve tanta ley, si todo sigue igual?
Las cosas deben ser diferentes, esto no es un tema solo de leyes y leyes, sino de una real concientización sobre el verdadero trato que debemos darle a los menores, niños o niñas, y a las mujeres y en general a todos estos indignantes hechos de violencia. Esto es un tema en el que todos debemos participar e indignarnos de verdad, pero para el cambio.
