Trancar la robadera, no mentir, no traicionar y cero impunidad
Por: Julio Bahamon
Conocimos del atentado de que fue víctima el presidente Iván Duque cuando viajaba en el helicóptero presidencial con sus ministros de defensa y del interior y con el gobernador de Norte de Santander. Venían hacia Cúcuta después de haber cumplido con una visita al municipio de Sardinata en las inmediaciones del Catatumbo. Indignación nos causa los alcances siniestros de los grupos narcoguerrilleros aupados por la oposición Castro-Chavista. Solidaridad con el primer mandatario y aterrados de la inacción e inmovilidad de los organismos de inteligencia del estado. La nación entera debe ser consciente de que existe interés de países de izquierda y extrema izquierda como Venezuela e Irán y de 123 partidos políticos afines al foro de Sao Paulo, en causarle daño a Colombia, comenzando porque consideran a nuestro país de interés estratégico en la producción y suministro de derivados de la coca, necesaria como fuente de financiación de las revueltas y del deterioro de la economía de las naciones, consideradas por ellos enemigas que somos nosotros. Herencia de Juan Manuel Santos. Volviendo a los temas del encabezamiento de esta columna, pareciera que esas premisas no encajaran en los programas de los distintos candidatos presidenciales en ciernes, pero si, si se lo proponen caben teniendo en cuenta que fueron aplicadas por el Ing. Rodolfo Hernández exalcalde de la ciudad bonita, que llamaron la atención a miles de sus conciudadanos. El Dr Hernández se hizo famoso en el cargo hablándole con claridad a su comunidad, y se encargó de sacar a los corruptos. La inquietud que nos surge a muchos es, ¿Por qué razón nuestros dirigentes no asumen con franqueza y transparencia la tarea de luchar decididamente contra ese flagelo? Propósito único: ¡Trancar la robadera! Los ladrones de lo público cometen actos criminales en contra de la sociedad. Hemos sido permisivos y demasiado tolerantes con los corruptos. Infortunadamente la conducta de los ladrones del sector público a todo nivel se ha convertido en un común denominador porque encontraron que en la administración es fácil robar y, que no pasa nada. La dirigencia nacional se ocupa, por estos días de temas exclusivamente electorales, se enfrascan en polémicas frívolas y, mientras tanto los pillos se aprovechan del galimatías partidista para seguir robando. El mismo régimen se encargó de establecer una figura jurídica aberrante, denominada “principio de oportunidad” con la que favorecen a los delincuentes con penas livianas que, estimulan más el delito que el castigo. No ha habido poder humano, ni gobierno alguno que haya sido capaz de combatirla. La corrupción ha desbordado como un Tsunami a casi toda la administración pública involucrando a miles de personas inclinadas al delito a que perseveren en el saqueo. He sido repetitivo en mis quejas y denuncias en esta columna sobre el escandaloso latrocinio de los bienes públicos en la región. En el Huila, según informes de la Contraloría General de la Republica, se han embolatado, en los últimos diez años, más de $350.0000 millones de pesos del presupuesto de regalías en obras inconclusas contratadas por gobiernos controvertidos por las exigencias de coimas, o la aceptación de sobornos. Es una cifra descomunal que nos lleva a creer que el promedio de los robos en el Huila ha superado los $35.000 millones anuales por culpa de unos funcionarios venales e inescrupulosos que se enriquecieron en sus cargos. El Huila, lo digo con tristeza se encuentra catalogado o calificado, a nivel nacional, como el décimo departamento más corrupto del país. Personalmente siento aflicción por la región, y me intranquiliza que pueda avanzar aún más si no establecemos severos correctivos contra los depravados. Ese es el meollo del inconformismo general, especialmente dentro de la juventud colombiana. No hay que buscar el ahogado aguas arriba, el difunto está ahí mismito.
