Si la palabra canalla es sinónimo de despreciable, pues así se puede calificar la respuesta que diera Duque a las recomendaciones que hiciera la Comisión Interamericana de Derechos Humanos propia de un tirano de su caletre, al afirmar que ‘’nadie puede recomendarle a un país ser tolerante con actos de criminalidad’’, tergiversando pérfidamente su contenido de 41 recomendaciones que anuncia la instalación de un mecanismo especial de seguimiento en materia de derechos humanos con el fin de monitorear el desarrollo de las protestas y el estado de sus recomendaciones, lo mismo que ha hecho con otros regímenes autoritarios violadores de los derechos humamos como Nicaragua y Venezuela.
Y es que, de que otra manera se puede calificar la miserable respuesta, cuando la Comisión en manera alguna ha recomendado insistiendo en el diálogo, que se fuera tolerante con el crimen, cuando del contenido de las observaciones enderezadas a dar garantías para el derecho fundamental a la protesta ciudadana, solo llama la atención de lo que todos sabemos está pasando en Colombia, como el uso desproporcionado de la fuerza por parte de miembros de la Policía, las denuncias de violencia sexual y de género, el uso de la figura de traslado de protección para detener a manifestantes, la desaparición de personas, la figura de asistencia militar como una forma de disuadir las protestas, la aplicación de la jurisdicción penal militar en casos de violaciones de derechos humanos, las agresiones a periodistas y las dinámicas de la protesta en internet, comprobadas en la visita que hiciera la Comisión que sirvieron de base a las recomendaciones.
Pero que se podía esperar de un establecimiento violador sistemático de los derechos humanos que hace todo lo posible por minimizarlos maquillando cifras y justificando agresiones, cuando es verdad inconcusa que somos campeones mundiales en corrupción, en asesinato de líderes sociales y ambientales, en desplazamiento forzado, en masacres y crímenes impunes, en falsos positivos y en buenos muertos por ser de la oposición al régimen siniestro, que lamenta además la muerte de criminales despreciables como Popeye , cuando no se lamenta la muerte de tanto ciudadano por el solo hecho de participar en las marchas de protesta; sino una marrullera y perversa respuesta que muchos afectos al régimen aceptan sindicando a los miembros de la Comisión como mamertos e izquierdistas como lo hace la extrema derecha, por el solo hecho de proteger los derechos humanos.
Porque no deja de ser un chiste cruel, que con cinismo el Gobierno afirme frente a la decisión de instalar un mecanismo especial de seguimiento en materia de derechos humanos, que no se requiere en este democrático país de fachada, pretextando que ‘’cuenta con una institucionalidad robusta y sólida, cimentada en principios democráticos y garantías para todos los ciudadanos’’, cuando también sabemos que se encuentran cooptadas por el régimen como los organismos de control para que se pongan a su servicio y no de la protección de los derechos humanos del pueblo colombiano. Lo dicho, con la canalla respuesta quedamos al mismo nivel de Nicaragua y Venezuela, que cínicamente cuestiona Duque.