Andar sobre las aguas
Yuma, es el nombre de uno de los poemas que le he escrito a nuestro paisaje huilense. En él, verso a verso retrato a nuestro río Magdalena como ese Viejo músico que canta y que en sus notas trae líquidas promesas que llegan desde piedras milenarias. En su paso, este viejo músico es testigo de cómo nuestros ancestros lograron teñir la muerte, pero también, como con sus aguas ha sido protagonista en el labrar la vida y cantar la tierra.
Si resumiéramos geográficamente a nuestro Río Magdalena, lo pudiéramos hacer en este verso del mismo poema: Montaña, valle, desierto: Patria.
Pero en mi escrito, también hay un reclamo de dolor. Algo que sentí una noche que sobre el puente escuchaba un sonido estridente, producido por las dragas que de modo clandestino destruían las orillas en busca de oro. Así, este viejo músico ahora tenía una atarraya en su garganta, temor entre los peces y gritos en la resaca.
Entonces, finalicé mi poema diciendo:
Esta canción le duele al río/ Desafinados dedos tocan su fúnebre marcha /
No hay subienda/ Sí avalancha/
Mi río espera / espera y calla.
Sin embargo, a pesar del dolor y del descuido de la sociedad. Hay esperanza y nuevos poemas y nuevos cantos que merecen ser interpretados por nuestro viejo músico. En estos días, he tenido la oportunidad de disfrutar de cerca la majestuosidad del río. Primero, cerca del Monumento La Gaitana, a donde es tradición llevar los visitantes ilustres para una foto y en el mejor de los casos, para un paseo en lancha por sus orillas llenas de vida. Luego, fui invitada a conocer un nuevo restaurante típico camino de Fortalecillas, que, de cara al río, sirve las delicias de nuestra tierra bajo la complicidad de los árboles y con el sabor sinigual de la chulupa refrescante. Finalmente, por temas laborales visité las instalaciones del distrito de riego del Juncal, en mi región palermuna, donde ingenieros y campesinos suman grandes esfuerzos por recuperar el río y darle la dignidad que otrora significara para los huilenses.
Esta vez, mis palabras son de alegría y de ilusión por todas las iniciativas que hacen de nuestro Río Magdalena una promesa de milagro. Gracias a la poesía y a la música que lo ha hecho grande, podemos seguir caminando sobre sus aguas. Pero gracias a la conciencia ambiental y al sentido de pertenencia regional, podremos dejar una mejor canción para los que vienen.