Cómo llenar el espacio infinito de la hoja de blanco, es el reto al que se enfrenta el poeta en cada nueva experiencia de un poema. La hoja vacía de grafismos es sin embargo un océano insondable de historias e imágenes. Y están allí, ocultas para el futuro lector, más se asoman discretas o vivaces ante la mirada escrutadora del vate. Hay una comunión invisible entre la hoja en blanco y las ideas del escritor; son como una tuerca y un tornillo que buscan la forma de enroscarse perfectamente y hasta que esto sucede, puede haber una indeterminada secuencia de nacimientos y muertes de versos, incluso de todo un soneto. De repente, la sincronía se aprecia con ritmo, música, con prolífica economía de palabras, entonces el poeta sabe que su ser interior acaba de celebrar matrimonio con la hoja en blanco, la que ahora está muerta dando paso a universos de amor, odio, alegría, fracaso, entrega, danza de hadas y duendes, de duelos entre dioses y demonios, etc. El poeta sabe que, para lograr conmover al lector, debe conmoverse a sí mismo, sin importar reflexiones de si le gustará o no a sus seguidores. La poesía en su génesis no puede ser un negocio para la economía tradicional, al menos no es la primigenia motivación del ser interior del escritor. Es un acto sublime que concede al autor una excepcional condición de creador, una especie de dios terrenal que puede trascender lo inimaginable. El siguiente poema: Página en Blanco, de Mario Benetti, proporciona una deliciosa pieza literaria que nos adentra al mundo dinámico de la página vacía: Bajé al mercado/ y traje tomates diarios/ aguaceros/y traje tomates diarios/aguaceros/endivias y envidias/gambas grupas y amenes/harina monosílabos/ jerez instantáneas/ estornudos arroz/alcachofas y gritos/
rarísimos silencios. Página en blanco/aquí te dejo todo/haz lo que quieras/
espabílate/o por lo menos organízate. Yo me echaré una siesta/ojalá me despiertes con algo original/y sugestivo/para que yo lo firme.
Otra ilustración que ambienta la reflexión en comento puede apreciarse en el poema Versos en Blanco, de suscrito Gerardo Aldana García: Blanca, muda, insípida hoja de papel/ espectadora burlona de mi caos. Sobre tu piel hay imágenes dispersas/ huérfanas de ritmo/ deseosas de música. Un soneto sigue a la muerte de otro/ abrumado ante el torso de la musa que espero. Voy a herir certero tu apatía/ rasgaré el límpido manto que evade mi inspiración. Asaltaré la fortuna de versos/ escondida al cortejo de mi porfiado ingenio. Como la mujer que amo libera su cordura/ al roce mágico de mis dedos/ te dejarás acariciar por mi pluma/ y cantarás junto a mí/ un poema de amor.
Todas las cosas son posibles en la hoja en blanco que cede su mudez al ingenio del poeta. Podemos leerlo de tal forma en Esmir Garcés, con un fragmento del poema: Primer Vuelo: En la página en blanco/ el cuervo tiene su propio mundo y no depende de la mano del poeta. Una solo estela de palabras hace temblar el aire. Nada detiene su mirada/ el vacío tiene su propio vértigo. La gramática va trazando su vuelo. El tiempo es un árbol de sonidos/ y de palabras en el corazón del ave.
Deuda impagable, no requerida, tiene la humanidad con los poetas quienes atestiguan los sueños del hombre cuando duerme y lanzan al cosmos sus más íntimos anhelos, matizados en metáforas, hipérboles y símiles que siembran en corazones y memoria, su propia historia o las historias de todos.