Poeta y gestora cultural
Los huilenses tenemos un hilo conductor muy nuestro y es el río Magdalena. Si hay un verdadero testigo del paso del tiempo y de las evoluciones de los seres que habitamos este territorio, es el río. En mi poema Yuma, hablo de «un viejo músico que canta» y que además, «espera y calla».
Pero hoy, viendo la importancia que ha vuelto a tomar nuestro río, es más que pertinente hablar de un río que no calla y que, por el contrario, está dejando testimonio en cada recodo de su recorrido, en cada habitante que lo circunda y en cada experiencia que propicia en su entorno.
Y si el río es nuestro testigo, el Museo del río Magdalena es el testigo de nuestro río. Con grata sorpresa recientemente conocí en el municipio de Honda, Tolima, el Museo del Río Magdalena, un proyecto museológico enmarcado en una construcción antigua hasta donde llegaban los rumores del río de la patria. Por sus corredores, desde diferentes expresiones artísticas, se siente el peso del río como elemento histórico de Colombia. Allí, se encuentran testimonios e historias de los personajes que han sido protagonistas del territorio colombiano y que han tenido en el río y en sus orillas el escenario para su convivencia.
Sentir que el río nos enseña a mirar la vida de una manera distinta es otro de los propósitos del Museo del río Magdalena. Y de allí, en medio de fotografías históricas y recuerdos fluviales, también surgen los tejidos del afecto hacia la memoria y la recuperación del patrimonio cultural inmaterial de los colombianos. Esta búsqueda de identidad nos hace enfrentarnos a un pasado que está en deuda con el río Magdalena. Es por eso que esta deuda histórica que tienen el gobierno, que tienen nuestras anteriores generaciones y que tenemos nosotros mismos, se unen como clamor para salvar la memoria del río y fortalecer los procesos de salvaguarda de nuestro patrimonio natural por excelencia.
YUMA
Mi río es un viejo músico que canta:
Líquidas promesas llegan desde piedras milenarias
Tañir la muerte, labrar la vida, cantar la tierra:
Montaña, valle, desierto y patria
Hay serenata en el puente y atarraya en su garganta
Hay temor entre los peces y gritos en la reseca
Esta canción le duele al río
Desafinados dedos tocan su fúnebre marcha
No hay subienda, si avalancha
Mi río espera y calla