El pasado martes falleció en la ciudad de Neiva, la distinguida dama oriunda del municipio de la Plata, Diva María Artunduaga Calderón, quien se desempeñaba como profesora de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Surcolombiana, y funcionaria de la Dian, producto de una penosa enfermedad que la llevó directamente al reino de los cielos. Tuvimos la oportunidad de compartir momentos académicos que nos permitieron interactuar con sus calidades humanas y con la altura intelectual en las aulas universitarias, cuya impronta positiva impregnó a sus compañeros y amigos, por su amabilidad y por ser amante de las buenas costumbres, durante su trasegar por esta vida terrenal.
Tuvimos la oportunidad de acompañar a sus restos mortales en las honras fúnebres que le brindaron en la Iglesia de Campo Núñez, donde algunos representantes de sus familiares, compañeros de trabajo, docentes y estudiantes de la Usco y de la Esap, exaltaron su memoria. Me llamó mucho la atención, las palabras de una de las representantes del Fondo de Empleados de la Dian, donde se desempeñó como Revisora Fiscal, que fueron expresadas durante la homilía.
Con la venia de la expositora, transcribo algunos apartes de sus palabras: Hablar de Diva, es referirse a un ser humano de inigualables calidades, a una persona que en todos los escenarios de su vida y los diferentes roles que desempeñó durante su existencia, siempre entregó lo mejor de si misma. Dios en su infinita sabiduría, tuvo claro que el diseño de su corazón alcanzaba para algo más que ser madre de uno o varios hijos y que en él, había suficiente espacio para una parentela completa.
Continuando con su disertación, manifestaba que fue así como cruzando la brecha de tantas dificultades que, en un momento dado, obstaculizan nuestros propósitos, logrando salir adelante y jalonar a todos los suyos. Diva lo tenía muy claro, lo que significa construir familia; siempre presente en la vida de los suyos, sanando heridas, coadyuvando en el logro de proyectos de vida, contribuyendo con toda su generosidad en la solución de las necesidades familiares, porque el dolor, las angustias, las tristezas de los suyos, así como sus logros, éxitos y alegrías, eran propios y los cargaba en su alma.
Sus virtudes trascendieron el ámbito familiar y no podemos dejar de hablar de ella, como funcionaria de la Dian Neiva, a la que entregó sus mejores años de su vida, con una trayectoria, destacándose por su gran altruismo, entrega, sentido de pertenencia, responsabilidad y una impecable ética al servicio de lo público, entre otros valores que no se terminarían de mencionar en este artículo.
Y qué decir de su papel como formadora de seres humanos integrales en su desempeño como docente de la Usco y otras universidades en la región., sin importar el sacrificio que tuviera que hacer, porque ella lo tenía claro, que formar tenía un sentido más amplio que transmitir conocimiento, ya que se trata de forjar personalidades y talentos y, lo más importante, inculcar valores. Así nos deja una impronta y una huella imborrable a sus estudiantes y que ahora tienen solo palabras de gratitud para con ella.
Físicamente siempre estaba impecable y glamorosa, su elegancia y pulcritud vestía de gala cualquier escenario, gozaba de una vanidad tan propia, como inofensiva para los demás, porque a pesar de ser evidente, era tan sutil que solamente despertaba admiración.
Adenda: Esta casa editorial, le expresa a su esposo Dagoberto Segura y a toda su distinguida familia, nuestras condolencias y sentimientos de pesar por el fallecimiento de esta mujer visionaria y entregada a sus nobles misiones de servicio a las familias huilenses. Paz en su tumba.
