Tengo que confesar que nunca fui amigo de la Constitución de 1991 porque me eduqué bajo la de 1886, aunque acepto que resultó menos mala que lo que era de esperar. Pero nunca me ha gustado la Corte Constitucional (CC), probablemente porque fui conjuez de la sala constitucional de la vieja Corte y en ese ejercicio aprendí más derecho que en mis cinco años de carrera universitaria.
La Corte se ha encargado de confirmar mis temores. Se puede escribir un tratado sobre todas las “embarradas” de ese tribunal, lo que no pretendo hacer ahora. La Corte ha entrado, no a hurtadillas sino descaradamente, en las atribuciones de los otros poderes, ejecutivo y legislativo (y de alguna manera en los de las otras altas Cortes) y se ha convertido en el gran
legislador del país.
En poco tiempo ha cometido las “embarradas” que menciono a continuación:
¿Recuerdan cuando el senador Roy Barreras sugirió, aunque no con estas palabras por supuesto, que los pilotos de los bombarderos pidieran la cédula en los campamentos guerrilleros para verificar que no hubiera menores de 18 años antes de bombardear? Esa idea la adoptó la CC cuando en la sentencia C-038/20 dijo (tampoco con estas palabras) que los“enanitos” que manejan las cámaras de fotomultas se deben bajar de los postes e identificar a los infractores antes de multarlos. ¿Las cámaras para qué?
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Inspirada por el mismo senador y con el mismo ponente de la anterior, en su
sentencia SU150/21, la CC “revivió” las 16 curules en la Cámara para las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz que se había inventado el Pacto de Santos con las Farc. Manipulando la ley y los reglamentos del Congreso e incidiendo claramente en las atribuciones del mismo, la CC “dio por aprobado” (sic) el Acto Legislativo, a lo que la Mesa Directiva del Senado se había negado por carecer de las mayorías necesarias al votar el informe de conciliación. Por ocho años tendremos 16 curules más de las Farc.
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Después de una dura batalla y ante el hecho de que en 2020 más de 15.000 menores fueron víctimas de violencia sexual, se aprobó la ley que daba prisión perpetua a sus violadores. La CC consideró que eso atentaba contra “la dignidad” de esos angelitos y contra la posibilidad de que, una vez reeducados en la cárcel (?) pudieran reinsertarse en la sociedad. Puso por encima
la “dignidad” de violadores como Garavito, sobre la de los niños violados, ignorando la Constitución que dice que los derechos de los niños prevalecen sobre los de los demás.
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Si por la CC llueve, por la Corte Suprema no escampa. Una sentencia de casación afirmó que los menores de 18 años pueden formar unión marital de hecho con los mayores sin autorización de sus padres. El Código Civil exige ese permiso si se trata de matrimonio, pero no menciona la unión marital de hecho. Los “niños” (que usan camuflado, se afeitan y llevan fusil al hombro), a los que Roy Barreras protege en caso de bombardeo, pueden irse a vivir, pero no casarse, con un mayor de edad sin autorización de sus padres. El mundo al revés.
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Coda: Duele la demolición del Monumento a los Héroes, aunque la justifiquen con la construcción del metro. Faltan años para que la estación se requiera. Parece que los vándalos que afectaron el monumento hubieran ganado la batalla, como la ganaron los indígenas que tumbaron la estatua de Jiménez de Quesada. ¿Qué pasará con las de la reina Isabel y Colón que había en la avenida Eldorado?