Hace poco, en una película coreana, la protagonista le pregunta a su par masculino, abogado, sobre quién tiene el derecho sobre un apoyabrazos en un cinema. Le pregunta si lo tiene quien está a la derecha o quién está a la izquierda. Y le pregunta si para resolver ese dilema existe una norma legal. La respuesta del profesional del derecho, en esta película, refleja una cultura que funciona y por eso Corea del Sur es uno de los países más desarrollados del planeta hoy día (basta decir que tiene el internet más rápido y de mayor penetración de la actualidad). Él dice “la ley no regula aquellos aspectos que confía la sociedad resuelva cotidianamente imponiendo el sentido común”. En este país, el Estado forma y educa de tal manera que, luego, confía que sus ciudadanos apliquen el sentido común en sus actividades diarias. Para ellos este, debe guiar a las personas por el bien común, es decir, espera de ellas un comportamiento ético.
Los gobernantes en Colombia (los integrantes de las tres ramas del poder público en los tres niveles territoriales: nación, departamentos y municipios o distritos) deberían gobernar con sentido ético. De tal manera que sus decisiones y comportamiento sólo estén demarcados por el bien común, por lo que hay un sentido común, lógico, razonable, inteligente, en el ejercicio de la función pública.
No hay sentido común en dejar que se sigan construyendo edificios y conjuntos habitacionales sin trazar avenidas y aumentar el ancho de las vías, porque es lógico calcular que densificar aumenta el número de vehículos en un sector. No hay sentido común en seguir construyendo colectores, alcantarillados y tuberías de acueducto por la mitad de las calles y avenidas, porque para un inteligente urbanizador es predecible que si se hace así las calles no serán seguras para la conducción tranquila de vehículos y el tránsito pesado no destruye las alcantarillas o las pavimentaciones sucesivas las volverán huecos o protuberancias que entorpecen la movilidad.
El sentido común, ético, es decir, racional, advierte que los semáforos son más baratos si quedan en la mitad de las intersecciones y permiten que los conductores de vehículos, al detenerse, puedan verlos cómoda y aumentarla seguridad vial. También tiene sentido hacer bici rutas y andenes con dineros diferentes a las de la sobre-tasa a la gasolina, porque está la pagan los consumidores de combustibles y es para que mejoren las infraestructuras viales.
Gobernar éticamente requiere inteligencia. Saber pensar qué es lo mejor para los ciudadanos, no para el gobernante. Exige amor por la patria, el departamento o el municipio, ya que es para resolver los problemas de manera estructural y alcanzar el desarrollo. Definitivamente necesitamos más gobernantes y menos candidatos.