Todos los gobiernos quieren arreglar los problemas sociales del país aumentando la fuerza pública. Excúsenme, esto no es suficiente. Se deben atacar los males desde la raíz. Mientras haya desempleo, pobreza y miseria no habrá orden público. Los regímenes totalitarios aplastan cualquier rebelión con medidas de fuerza. Para no ir tan lejos, miremos a nuestro vecino país, tan rico y tan pobre, Venezuela: todo un caos, pobreza, miseria, inequidad. ¡Ah, pero la fuerza pública está bien dotada y bien pagada!; -pobre pueblo con un gobierno tiránico-. Nicaragua se mantiene “en paz” porque el gobierno tiránico se impone por la fuerza y, en general los regímenes totalitarios, a lo largo y ancho de la historia. Pretender, en nuestro medio, militarizar las ciudades, poniendo la llamada PM o Policía miIitar, es una medida ineficaz. Los gobiernos deben proponerse medidas estructurales que combatan la miseria y la pobreza con políticas de emprendimiento y de trabajo productivo. El Centro de Europa quedó en la más terrible miseria después de la segunda guerra mundial, los resultados fueron desastrosos: hambre, miseria, mutilaciones, orfandad, etc. ¿Cómo utilizó Europa el Plan Marshall?; ¿repartiendo los 13.000 millones de dólares subsidiando la miseria? ¡No, por favor! Todo se invirtió en proyectos productivos. Entendieron que solo el trabajo es la respuesta al subdesarrollo y miseria. En dos décadas, los países que perdieron la guerra y los afectados por la misma, surgieron de las cenizas como el ave fénix. No subsidiaron la mendicidad, subsidiaron la productividad. Hay países que nos dan ejemplo de productividad. Israel es uno de ellos. Este país tan pequeño y tan pobre en recursos naturales, tiene una de las economías más sólidas del mundo. Han entendido que solo trabajando se logra la equidad y, por ende, la prosperidad. Entre nosotros, los programas sociales consumen buena parte de los presupuestos. Por favor, ¿los resultados?; ¿hemos salido de pobres? En lo países prósperos, la fuerza pública, apenas si se percibe en la calle. La policía aparece más como una fuerza cívica que una fuerza que controla los desórdenes sociales. Tenemos un Código de Policía tibio que no permite que la fuerza pública haga respetar la ley. La Corte cada día le ha quitado más atribuciones a la fuerza pública, dando poder a la anarquía. Los ciudadanos de bien y que pagamos impuestos, tenemos que vivir “enrejados” pues los vándalos tienen carta abierta para atropellar a quienes encuentren a su paso y, la fuerza pública no puede actuar. Sólo se respeta el derecho de los victimarios, las víctimas quedan a merced de los violentos y anárquicos. La fuerza pública está amordazada: tienen todos los controles y, a los bandidos ¿quién los controla? Vivimos la ley embudo: lo ancho para los facinerosos y lo estrecho para los ciudadanos trabajadores. Se requiere un cambio estructural: poner en cintura a los corruptos que se tragan vorazmente buena parte del presupuesto de la nación y racionalizar el gasto público. Habría que analizar el ingente presupuesto que gastamos los colombianos que tributamos para mantener un parlamento de trescientos miembros. Por favor, ¿trescientos parlamentarios para legislar este país? Hay mucho desgreño en el manejo de los presupuestos.
