Ernesto Cardoso Camacho
Con la permanente evolución de la sociedad humana corre pareja la de la ciencia política, precisamente por ser la que, de las diversas ciencias sociales, debe explicar los fenómenos de la dinámica política.
En el transcurso de la historia han ocurrido sucesos trascendentes que rompen esquemas y generan nuevas realidades en la forma en que se expresan tales fenómenos sociales y políticos.
Desde la revolución francesa que inspiró los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad; se impusieron en el mundo los sistemas de la llamada democracia liberal fundamentada en ellos y en la promoción de la economía de mercado que tiene como regla de oro la ley de oferta y demanda. Esta dinámica social terminó dando al traste con los regímenes socialistas inspirados en el marxismo-leninismo, punto de quiebre que se asimila a la caída del muro de Berlín.
Lo que viene ocurriendo en los Estados Unidos, principal potencia económica, militar, cultural y de desarrollo científico y tecnológico del mundo actual, constituye sin duda alguna uno de esos puntos de quiebre en la historia de la humanidad. Ha sido desde los finales de la llamada “ guerra fría”, el policía del mundo, es decir, interviniendo de manera protagónica y decisiva en los conflictos que han abundado en los últimos 30 años.
Su fortaleza ha estado asentada en su desarrollo económico y en el sistema político bipartidista que le ha permitido ser considerado el país de los migrantes y de las oportunidades, donde las libertades y la democracia se han expresado a plenitud.
Por ello, desde lo ocurrido con la elección de Donald Trump hace 4 años, hecho político que fue considerado en su momento como una ruptura de esa tradición bipartidista, reservada para los políticos de carrera de cada uno de los dos partidos; se empezó a generar un nuevo esquema de gobierno centrado más en rescatar el orgullo americano; en la recuperación de la economía doméstica; en disminuir la permanente intervención en los conflictos externos, en auspiciar acuerdos de no agresión con sus principales rivales, China y Rusia; en otorgarle a la Comunidad Europea su autonomía e independencia; en regresar a los principios y valores que han caracterizado al pueblo norteamericano; en fin, en abandonar su postura de ser “el policía del mundo”; esquema de gobierno que lo enfrentó con ese bipartidismo histórico y contra ese llamado Estado Profundo, enquistado en el Estado de la Unión y en los diversos Estados Federados.
Con los hechos que se están desarrollando, luego del triunfó de esa coalición bipartidista apoyada sin reservas por los grandes medios masivos de comunicación y de las empresas tecnológicas; pero donde Trump obtuvo más de 70 millones de votos, asegurando él y sus seguidores que ocurrió un monumental fraude sin que los organismos electorales, las legislaturas federales y los distintos Tribunales de los 6 estados ya bien conocidos, inclusive de la Suprema Corte de Justicia; se han inhibido de investigar y resolver; son hechos que amenazan seriamente la estabilidad institucional de la democracia.
El asalto al Capitolio; la censura que le han impuesto a Trump por presunta incitación a la violencia; el nuevo juicio político impulsado por esa coalición bipartidista del congreso que busca destituirlo cuando apenas le faltan 6 días para terminar su período constitucional; cuya obvia consecuencia no es otra que inhabilitarlo para una nueva aspiración presidencial en 2024; constituyen hechos preocupantes que el mundo observa expectante, pues lo que finalmente ocurra habrá de impactar, para bien o para mal, tanto la política interna como externa de la gran potencia.
En todo este escenario existe un hecho inocultable que tiene mucho que ver con los grandes intereses geopolíticos. La pandemia del Coronavirus originada en China que ha causado los devastadores efectos bien conocidos; sirvió como gran argumento político de la coalición bipartidista para combatir la reelección de Trump. Allí radica la teoría según la cual, el Estado Profundo que tanto allí como en el resto del mundo, busca imponer el globalismo.
Nuevo concepto de la ciencia política donde los grandes emporios económicos y las corporaciones financieras que administran el capitalismo industrial y tecnológico, buscan establecer un nuevo ordenen económico, social y cultural; en el cual, la humanidad podría llegar a ser víctima de gobiernos que despreciando la democracia, e imponiendo el autoritarismo y la tiranía, llegarían a copiar el modelo imperante hoy en la China comunista.