El 2 de noviembre amanecimos en Colombia con la triste noticia del deslizamiento de tierra que hubo en el municipio de Mallama, Nariño, que dejó como saldo 12 personas muertas, 20 desaparecidos y grandes pérdidas materiales. Una muerte que, como la crónica de nuestro Nobel Gabriel García Márquez, estaba anunciada.
Y digo que estaba anunciada porque de acuerdo con las declaraciones del señor alcalde a los medios, el área del deslizamiento estaba identificada en su plan de ordenamiento como zona de riesgos por deslizamientos. Y si estaba identificada como tal ¿Por qué había habitantes en este sector? fue la pregunta lógica que hizo el periodista. La respuesta como siempre. Como los deslizamientos de Villa Tina (Medellín, 1987) en el que fallecieron 700 personas, de los cuales solo pudieron rescatarse 500 cuerpos; el desastre por desbordamiento de los ríos Mocoa, Mulato y Sangoyaco (Mocoa, marzo de 2017) que dejó un saldo de 1400 muertos, 400 heridos, más de 200 desaparecidos y 15.500 damnificados. En todos estos casos la respuesta de las autoridades fue la misma, “era una zona de riesgo plenamente identificada”, “no se habían iniciado procesos de reubicación por que el municipio no cuenta con los recursos suficientes” o “ya íbamos a iniciar, pero el desastre se nos adelantó”.
Pobres respuestas de administraciones de paso, que no tienen compromiso con su comunidad más allá de conseguir mediante promesas sus votos para después dejarlos en el olvido, así como olvidan en sus escritorios una vez posesionados los estudios de amenaza vulnerabilidad y riesgo, si es que los conocen, o no hacen caso de los planes de ordenamiento territorial, porque no les interesa, no lo entienden y tampoco se toman el tiempo de conocerlos, porque para éstos políticos los cuatro años para los que son elegidos, no les van a alcanzar a solucionar problemas reales, hagamos pañitos de agua tibia que después miramos.
En el Departamento del Huila son más de 25 los puntos que de acuerdo con el estudio de amenazas vulnerabilidad y riesgo del Huila hay en nuestro territorio y que comprometen vidas humanas en 18 de los 37 municipios y que están siendo parte del Plan de Ordenamiento Territorial del Departamento que muy Juiciosamente se está formulando.
Mi pregunta es ¿Cuántos muertos más debemos poner para que nuestros gobernantes se tomen el tema de los riesgos en serio? ya en 2017 tuvimos los huilenses un gran susto cuando hubo crecientes en Neiva, Campoalegre y Algeciras. Nos libramos de sumar muertes a estas cifras desastrosas de la gestión pública pero si hubo grandes pérdidas materiales que fácilmente se podrían haber evitado, si nos tomamos el ordenamiento territorial y los estudios técnicos que lo acompañan en serio y no solamente como documentos de anaquel, o que definitivamente empecemos a cambiar a quienes nos representan, escojamos de una vez por todas personas idóneas que sepan de los temas relevantes a la vida y el desarrollo regional y no más a politiqueros de tres pesos, que se van a dormir a las sesiones, no asisten o definitivamente se dedican a hacer jugaditas.
