Los que crecimos con la radio, sabemos que este medio influyó poderosamente en nuestro imaginario. Crecimos pensando y comprobando, que la radio es una permanente compañía, es información, es noticia, cultura, entretenimiento, música, y hasta una muestra sorprendente de inmediatez.
Es el medio de comunicación de más historia y servicio en todos los aspectos y momentos del devenir de la humanidad. Un medio sobre el que se pronosticó sucumbiría con el auge de la tecnología y, por supuesto, con la aparición de las redes sociales. Pero, afortunadamente no ha sido así. Continúa teniendo vigencia, protagonismo, proyecciones, y prestando un servicio útil a la comunidad. Se ha modernizado, se ha adaptado, y, por supuesto, está muy lejos de desaparecer.
Y es que ante el debilitamiento y la crisis de las tradicionales instituciones políticas y otras instancias de representación pública que han dejado de cumplir su función mediadora, cada vez más los medios masivos de comunicación se han convertido en un lugar estratégico desde donde se medían los discursos de los diferentes actores sociales e institucionales de la sociedad. Y entre estos, la radio es la elegida predilecta.
Esta situación de alguna manera ha generado pugnas entre los partidos políticos, clase dirigente y medios de comunicación en la intención de ser dueños de una legitimidad social.
Es por ello, que los medios hoy no se limitan a ser meros transmisores de información y datos, sino que se han convertido en elemento clave de la gestión política. Es decir, como sostiene Jesús Martín Barbero, están contribuyendo cada vez más a constituir una escena fundamental de la vida pública.
Surge aquí, de parte de los medios masivos, un papel mediador entre los ciudadanos, el Estado, las organizaciones y las diferentes instituciones, que generan, en el corto plazo, un acercamiento y diálogo en aras de encontrar posibles alternativas de solución a los distintos conflictos, y en el mediano plazo tienden a darse las asociaciones y la formación de movimientos sociales con fines específicamente colectivos.
En este orden de ideas, los medios de comunicación deben ser las nuevas instancias de representación de las mayorías. Las acciones comunicacionales y educativas de estos medios deben promover el cambio hacia una sociedad más justa y digna para todos, por medio de la promoción de una cultura democrática asentada en la participación, el diálogo y la tolerancia.
Dentro de esta arrebatadora influencia mediática del mundo de hoy, y en plena sociedad de la información, se sostiene y fortalece con mucho sentido social la radio como medio masivo de gran aceptación y valoración. La radio es una herramienta que estimula el fortalecimiento y la movilización de la ciudadanía. Se convierte, cada vez más, en elemento eficaz para la consolidación de espacios de expresión de las iniciativas de la sociedad civil y en los procesos de reafirmación de identidad y de sentido de pertenencia.
Hoy, vemos cómo la tecnología ha permeado todos los espacios, incluida la radio, donde las emisiones a través de Facebook Live, por ejemplo, se están convirtiendo en alternativas ideales, fáciles, prácticas e inmediatas de obtener información y observar a quiénes la generan. Sin duda, un mundo fascinante y creíble.
Hasta quienes no simpatizaban con la radio, ahora se benefician de ella, casi que sin querer. Pues, está ahí, fácil, en su celular o computadora. La radio, estoy seguro, seguirá transformándose positivamente para bien de todos.