La semana pasada, el Consejo de Estado tenía que elegir una terna para reemplazar al magistrado de la Corte Constitucional Alberto Rojas Ríos. Esto conllevó a que el presidente Iván Duque recomendara para incluir en esta honorable lista al prestigioso abogado Alvaro Motta que contaba con un excelente perfil. Es abogado de la Universidad Javeriana, con un máster en Acción Política y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos I, doctor en Derechos Humanos y director de la Especialización en Derecho Sustantivo y Contencioso Constitucional de la Universidad Javeriana (Cna.gov.co, 2021). Este abogado, destacado por sus notas y conocido por su manera disciplinada de trabajar, no fue elegido por el consejo de Estado, entonces, ¿valió la pena estar en la rosca de Duque? Seguramente le hubiera ido mejor si no lo hubiera recomendado el gobierno.
Es así como, en algunas organizaciones y empresas del Estado, algunos miembros de juntas directivas y altos ejecutivos se conforman por el que diga el mandatario o el político de turno generando así los mal llamadas “roscogramas”. Pero, se debe tener en cuenta que la rosca es peligrosa y definitivamente no es sostenible en el tiempo. No es bueno ni para la organización ni tampoco para la persona. Dice el refrán popular que “lo malo de ella es no estar en ella”, no obstante, entrar y hacer parte es difícil, pero salir repentinamente es fácil, por lo tanto, hay que ser muy cuidadoso de no poner en riesgo la carrera en manos de un escenario de rosca.
Aunque esto también sucede en algunas empresas privadas, el término de rosca es un término colombiano que según en el Diccionario de Antioqueñismos significa “círculo de amigos; o el enganche o enlace para conseguir algún favor” (Padre Julio Jaramillo, Eafit, 2009), no se puede confundir con el de networking ya que éste último cumple los dos principios globales: la red de contactos y el desarrollo profesional, mientras que en el otro, a veces se queda en el primer principio, “haciendo caso” a todo lo que diga su contacto y convirtiéndose en el peor de los casos en estructuras organizacionales para beneficiar a ciertos particulares.
En el 2015 las profesoras de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard Francesca Gino y Maryam Kouchaki, hicieron una encuesta a los estudiantes de MBA de la misma universidad sobre la diferencia de rosca (“closed friends business” en inglés) y networking. El 30% respondió que “la creación de roscas los hacía sentir incómodos y falsos, incluso sucios”, 20% dijeron que “eran roscas explotadoras y poco auténticas” mientras que el otro 50% dijeron que el verdadero término del networking era establecer y fomentar las relaciones profesionales, mejorar la calidad del trabajo y aumentar la satisfacción laboral bajo los principios morales y éticos que deben regir a cualquier individuo y organización” (Hbr.org, 2016).
Adicional a este estudio, se puede decir que el networking obtiene excelentes resultados organizacionales y personales bajo la legalidad y la transparencia sin poner en duda las actuaciones de cada uno de sus integrantes. En ciertos casos, es muy común asociar el término rosca con corrupción, por lo tanto, lo que se refiere a nuestro país se puede decir que, ¿Colombia tiene más roscas o más networking?