La encuesta reciente de Ipsos, “Puntos de vista globales sobre el aborto”, brinda datos frescos, de mediados de este año, e indica cómo está Colombia parada frente a la legalización de esta práctica, en comparación con veinte y siete países de los cinco continentes.
Vale advertir que en el caso de Colombia la muestra es de quinientas personas entre los 16 y 74 años, en igual rango a los demás países, pero se refiere a la población más urbana, más educada o más próspera, identificada como el segmento “más conectado”, supongo que tecnológicamente hablando.
Los parámetros, como lo dice la encuestadora, permiten ceñirse a una información precisa y obtener verdades procesables. Esto filtra el debate de las dobles intenciones que suelen acompañarlo, sin sumar a las preguntas el factor religioso que, muchas veces, intenta desvirtuar la posición de quienes están en contra, como si se tratara del único y mero fundamento.
Las preguntas se circunscriben al tema de las posiciones frente a la legalización del aborto, desde el sí absoluto si la mujer lo decide, o sólo en determinadas circunstancias, como si una mujer es violada, hasta si no debe permitirse en ninguna circunstancia (excepto cuando la vida de la madre corre peligro) o nunca, sin importar las circunstancias, incluyendo la del “prefiero no decirlo” o “no lo sé”.
Varias respuestas son curiosas. En Colombia, sólo el 26% está en el máximo de favorabilidad (cuando lo mujer lo decida) frente a un 46% del promedio sumado de todos los países.
En determinadas circunstancias, a como nos hemos acostumbrado por cuenta de la Sentencia de la Corte C-355 de 2006, le apuntan el 24% de los encuestados, frente al 36% del promedio global. En contraste, el porcentaje que dice en ninguna circunstancia, excepto cuando corre peligro la vida de la madre, es del 20%, por encima del global que es del 12%; y el de nunca, también dobla con el 9% al promedio de los países.
Esto muestra que la población urbana y las personas con más posibilidades de educación y conexión multimedia son más reacias que el resto del mundo a la posibilidad de legalizar el aborto y se alejan de considerarlo un derecho fundamental, donde la objeción de conciencia debería primar en la misma legislación.
Curiosamente, en una tercera parte de los países el porcentaje de favorabilidad hacia la legalización del aborto baja frente a la posición del año 2014, siete años atrás. De igual manera, dentro del porcentaje de total permitido, por el querer de la mujer, el género femenino supera la posición masculina; la de los mayores de 50 es superior a la de los adultos menores y jóvenes, y es más alta en la medida que el nivel de educación es mayor.
Esta información supera la mediática. La certidumbre matemática impide llegar a generalizar la posición de un país y del mundo e incluso puede mostrar que en algunos casos y en jóvenes, contrario a lo que se puede pensar, puede haber tendencia a revertir la posición de favorabilidad a la legalización del aborto, donde, por lo mismo, cobra cada vez más vigencia el derecho a la objeción de conciencia.