Tal parece que al presidente Duque, a su bancada de gobierno y a los representantes del Huila les interesa los 11 millones de colombianos campesinos que, de acuerdo con el DANE, hay en Colombia, de los cuales 428 mil son huilenses, es decir, el 36% de nuestra población huilense.
Esta afirmación la hago porque el pasado 3 de noviembre de 2021, la bancada del gobierno se retiró del recinto donde se discutía el proyecto de Ley, que pretendía reconocer al campesinado colombiano como “Sujeto de derechos”, reconociendo además el derecho a la tierra, a la territorialidad campesina y adoptaba, de paso, medidas para las consultas populares. Esta actitud de la bancada de gobierno, es prácticamente un desconocimiento al campesinado, pues esta deuda histórica viene creciendo desde la misma discusión y promulgación de la constitución de 1991, cuando el campesinado no alcanzó a tener representantes en la Asamblea Nacional por temas de la invalidación de las firmas que realizó la registraduría, dejando como resultado el desconocimiento del campesinado y la estigmatización de los movimientos campesinos.
En tal sentido y de acuerdo con lo expresado por el senador ponente “lo que se pretendía era la reivindicación de los derechos de los campesinos que necesitan y merecen reconocimiento jurídico, económico y social, garantizando el respeto y la permanencia de este importante grupo social”.
Esta nueva bofetada al campesinado, niega la importancia de este sector social en el crecimiento y desarrollo del País, fueron ellos quienes sostuvieron a Colombia durante la pandemia, fueron los únicos que a pesar de sus pérdidas, de las dificultades, de cuarentenas, de alzas en insumos y de los problemas de infraestructura vial y del clima, siguieron produciendo alimentos; son ellos quienes sostiene la economía nacional y en este caso departamental al ser el Huila un departamento eminentemente agrícola; son ellos los que además de alimento producen el agua y el oxígeno que las ciudades necesitan para nuestra subsistencia. A pesar de la economía del conocimiento y de la economía naranja, tan cacareada en Colombia y el mundo, sin plátano, yuca, fruta, café, chocolate, huevos o agua y oxígeno, no hay ciudad, no hay desarrollo. A la fecha no conozco a nadie que se alimente con chips de computadoras, respire aplicativos móviles o sane una enfermedad bebiendo de las redes sociales.
Son ellos, los campesinos, quienes producen y sostiene la vida, algo que parece no importarle a Representantes ni a Senadores ni del Huila ni del País, esos mismos políticos que por estos días van a empezar a visitar veredas corregimientos y municipios en busca de votos, los votos que ahora por fin les van a ser esquivos, no solo en el campo, sino también en la ciudad, porque no se sienten representados, porque sabemos que debemos empezar a generar el cambio, que debemos empezar a elegir a personas que se comprometan con nuestros campesinos, con nuestros jóvenes, con nuestras mujeres y con los problemas reales de la comunidad.