Estas últimas dos semanas hemos visto publicadas dos encuestas, la de la W radio, y la de Datexco, ambas sobre la intención de voto de los colombianos si las elecciones fueran a celebrarse hoy, como lo dicen las pesquisas. En todas ellas aparece como ganador, en la primera vuelta, el candidato de la colombia humana Gustavo Petro. Ya estoy próximo a llegar a los 75 años y aún me asombro de la ingenuidad, o tal vez candidez de los amigos que aún creen que, al final todos los candidatos, de este lado, se agruparan para derrotarlo. ¿Ingenuidad?, candidez?, ¿candor?’, ¿o todas juntas? En política lo que uno aprende es que, cuando la gente se percata de quien es el que se perfila ganador y cuál es la tendencia que se impone en la contienda, el fenómeno es contrario al de agruparse con responsabilidad, y suelen presentarse desbandadas ciudadanas y, como los ratones del cuento del flautista de hamelin, el común de la gente se alinea, para seguirlo hasta el final, sin importarles si van a despeñarse por un barranco, o caer por al acantilado de la inseguridad democrática al vacío, o terminan por ahogarse en un mar de incertidumbre. El espacio que observo que han dejado los candidatos del centro y de derecha en este proceso es tan enorme que se ve en los porcentajes y diferencias entre los aspirantes. Petro en ambas sigue en punta, con un promedio del 24%; lo escoltan, a veces, Sergio Fajardo, quien no alcanza más del 5% y el Dr Federico Gutiérrez con una cifra parecida. Es decir, Petro los aventaja 4 veces. Al final de la información aparecen los doctores Oscar Iván Zuluaga y María Fernanda Cabal con el 3 y el 2 por ciento, respectivamente. Para mí estos resultados advierten de una potencial hecatombe electoral y un descarrilamiento democrático. Delante de estas cifras, quiero saber, qué es lo que no han entendido los asesores de los candidatos que están bregando a ser los contrincantes de Petro si se encuentra uno, como simple mortal, con casos como el vivido recientemente durante una visita que hizo al departamento del Huila el Dr Oscar Iván Zuluaga, que fue presa de una avivada, o “jugadita” del senador Ernesto Macias, quien se lo llevo, como dijo uno de sus amigos “a un recinto en donde cabe poquita gente” y que cuando fuera ungido como único candidato, pensarían en hacerle reuniones más grandes. ¿Lo esconden porque no creen en el?, O lo están utilizando con oscuros intereses electorales en sus aspiraciones al congreso de la república. De todas formas, es mezquina esa actitud. La Real Academia de Oxford languages define la palabra Avivada como: “La acción que implica sacar provecho de una persona o de una situación empleando para ello engaños o astucia”. Ojalá esa forma de hacer la política con engaños, trampas, mentiras y falsedades no provoque un desaliento o desánimo entre los seguidores del Dr Zuluaga y los lleve a optar por respaldar una opción diferente.
Personalmente debo lamentar el retiro del partido Centro Democrático del excepcional amigo y connotado dirigente, empresario y exdiputado del sur del Huila Don Antonio Peña Parra a quien le fue dado un trato miserable por parte del sector atrabiliario y sectario afecto al señor de las jugaditas. Don Antonio además de ser un hombre de respeto es un caballero a toda prueba, fiel intérprete de las ideas de Álvaro Uribe, y víctima de un intento de avasallamiento por parte del susodicho senador. Como ciudadano Don Antonio es un hombre de carácter, como jefe un destacado capitán, apreciado en la región en especial en todo el sur que convoca a 11 municipios de la región. Ha dicho Don Antonio que regresa a sus raíces, las de Álvaro Gómez Hurtado, y lo felicito por ser fiel a sus ancestros. Muchos de sus amigos, Dr Álvaro Uribe, no estamos de acuerdo con la sobredimensión que Ud la ha dado al senador de marras. Respetamos sus amistades, no faltaba más, pero cuando esa devoción le hace daño a la colectividad, como es evidente, en este caso en particular, no podemos celebrarlo.