Cuando se analizan los fenómenos políticos que nos ofrece el sistema democrático, es curioso observar como los liderazgos caudillistas no pasan de moda especialmente en estas latitudes hispanoamericanas.
Ejemplos hemos tenido en diversos países. El peronismo en Argentina; el legado de Pinochet en Chile, el de Vicente Gómez en Venezuela; el del legendario PRI en Méjico; el de Uribe en Colombia, para citar los más relevantes.
Muchos politólogos sostienen que este fenómeno caudillista obedece principalmente a la escasa cultura política pero principalmente al sistema electoral soportado en partidos tradicionales que administran el poder de manera excluyente. Lo curioso es que mientras más oportunidades brindan el sistema, en el sentido de permitir el nacimiento y creación de partidos y movimientos sociales, más se concentra el caudillismo.
Recientemente hemos observado como dicha tendencia caudillista ha penetrado en los partidos alternativos o de izquierda donde, con el acceso al poder y el abuso del mismo; han venido degenerando en regímenes dictatoriales y hasta tiránicos. Chávez y Maduro en Venezuela, así como Ortega en Nicaragua, son inevitables referencias. No menciono el caso de Cuba porque allí los Castro nunca practicaron la democracia. Por su parte, Petro en Colombia se ha propuesto consolidar su propio caudillismo y a fe que lo está logrando con creces.
En este escenario conviene aceptar que otra de las posibles causas en nuestro país, obedece a la pérdida dramática del liderazgo de quienes han dirigido los partidos y movimientos, también generalmente expresidentes como es el caso de Gaviria, Samper y Pastrana; quienes ya no ejercen ningún liderazgo influyente en sus respectivas colectividades partidistas.
Cuando se observa con objetividad y rigor analítico el referido fenómeno caudillista es inevitable reconocer que en el caso de Uribe, aún mantiene fuerte autoridad al interior de su partido, no obstante sus evidentes equivocaciones con Santos y Duque; así como una alta influencia en la opinión ciudadana a pesar del sistemático desgaste al que lo han querido someter sus contradictores y un influyente sector del sistema judicial; del sindicato de Fecode y de los dirigentes de la izquierda radical afines y aliados de las antiguas Farc.
Por ello es interesante observar como en el presente debate electoral, quienes acostumbran la zalamería y la lisonja para obtener los favores del gobernante de turno, han intentado, desde luego sin éxito, generar fracturas al interior del CD, pensando que el liderazgo del expresidente está en franco deterioro y pretenden apuntarse a las nuevas opciones.
Desconocen que existe más uribismo que CD, pues como muchos lo hemos sostenido, el uribismo en un sentimiento colectivo derivado de su indiscutible liderazgo personal y de su férrea defensa de los valores democráticos esenciales como son la libertad, el orden, el ejercicio prudente pero firme de la autoridad, la seguridad ciudadana, la confianza inversionista y la cohesión social; valores que ha defendido con arrojo y sin ambages siendo la causa de sus actuales problemas judiciales.
La avalancha de aspirantes a obtener la presidencia es una buena muestra de que casi todos los partidos y movimientos, han fracasado en sus propósitos de orientar y liderar los anhelos y esperanzas de la gran mayoría de colombianos amantes de la paz y defensores de la democracia.
En estas circunstancias el abanico de aspirantes a obtener la candidatura oficial del uribismo es un claro ejemplo del liderazgo y la visión política del expresidente. Ninguna colectividad pude ofrecer tantas y diversas alternativas.
Son cinco destacados exponentes del pensamiento uribista y cualquiera que resulte ungido mediante el procedimiento acordado entre todos, con total seguridad podrá convocar a la gran coalición que permita salirle al paso y detener la seria amenaza representada en el caudillista y demagógico pacto histórico de Petro.
Las encuestas y sondeos de opinión hasta ahora conocidos, parecen indicar que la gran mayoría de colombianos están esperando la definición del uribismo para resolver sus opciones y preferencias.