Emprendimiento es la palabra que se ha puesto de moda en los últimos años en casi todo el mundo, a partir de que se relaciona con la decisión de llevar a cabo el desarrollo de actividades, por iniciativa de las personas, pero principalmente con el fin de superar dificultades económicas ante la imposibilidad de conseguir un empleo formal.
En esencia, el emprendimiento muestra la capacidad que tiene una persona de hacer un esfuerzo para alcanzar un objetivo, prestando un servicio o suministrando bienes de elaboración propia o como intermediario, pero siempre con la capacidad de innovación, con base en una empresa propia en la que el emprendedor toma la decisión de ser su propio jefe.
En tal sentido se necesita de la conjugación natural de actitudes y aptitudes para que el emprendimiento se convierta en un negocio exitoso. Por eso, de nada sirven las habilidades innatas o adquiridas que tengan las personas, si al mismo tiempo no tienen el deseo de superación y las ganas de triunfar en el negocio. Es el modo de vida para gente extrovertida que no tenga pena de llegar y entrar donde sea necesario, gente que sea capaz de asumir riesgos.
Pienso que la gente ha considerado el emprendimiento como una alternativa de prosperidad, y por ese mismo camino de mejora de las condiciones de vida, como consecuencia del desempleo y la falta de oportunidades.
Es que el emprendimiento puede llegar a ser la tabla de salvación para muchas personas para generar sus propios recursos y en tal sentido poder mejorar su calidad de vida, y la satisfacción del deseo de “ganarse la vida” de manera honesta.
A pesar de las limitaciones del confinamiento y cierre de negocios, como consecuencia de la pandemia del covid-19, las actividades de emprendimiento no tuvieron mayores consecuencias.
De acuerdo con la información que publicó la Cámara de Comercio de Bogotá, y con base en la consolidación del Registro Único Empresarial y Social (RUES) a partir del reporte de las 57 Cámaras de Comercio que existen en el país, entre enero y junio del presente año se han creado 166.338 empresas correspondiente al 27% más que en el mismo periodo del año pasado. El 74,7% corresponde a personas naturales y 25,3% a personas jurídicas.
En términos de tamaño, son microempresas el 99,53%, pequeñas empresas 0,44% y el 0,03% son medianas y grandes, tomando como base el valor de sus activos.
El emprendimiento debe ser asumido como una cultura en tres dimensiones mediante la cual gobierno, empresas y sistema educativo promuevan el desarrollo de las personas para que tomen la decisión de llevar a cabo su crecimiento económico con acciones concretas, a partir de su propia iniciativa, para ser más productivas y generar riqueza.
Hay que decir que existen programas gubernamentales como el Fondo Emprender que administra el SENA, al cual se puede acudir en busca de apoyo económico a la manera de capital semilla para apoyar el empleo y ampliar la protección social.
Este fondo ha sido creado para financiar iniciativas que provengan y sean desarrolladas por aprendices o asociaciones entre aprendices, practicantes universitarios o profesionales, apoyando los proyectos productivos que tengan la dirección de integrar los conocimientos adquiridos por los emprendedores en sus procesos de formación con el desarrollo de nuevas empresas.
Hay que asumir con firme convicción que, mediante la creación de proyectos productivos, se puede llegar a triunfar en el aspecto personal y económico.
De tal manera que el triunfo no solo está en ser eterno empleado de una empresa sino en ser el empleado de su propia empresa, mediante la ejecución de su iniciativa para llevar a cabo una actividad productiva.