Uno de los mayores problemas que poseen las grandes ciudades del mundo, es la progresiva contaminación del aire, que están generando daños irreversibles a la salud de sus habitantes. En Colombia, durante la última década, Medellín y Bogotá, se han convertido en un serio problema para las autoridades ambientales, por la capa de smog que se cierne sobre los cielos de estas urbes y que están generando un deterioro progresivo en la calidad de vida de sus familias. Han sido ineficaces las medidas adoptadas por sus alcaldes, producto de las alertas decretadas por los centros que monitorean la calidad del aire.
A las difíciles condiciones que han venido registrando la calidad del aire en éstas, se suman ahora circunstancias meteorológicas en algunas épocas del año, cuando se presentan intensos veranos, la falta de vientos alisios, los incendios forestales y las quemas irresponsables, entre otras, que los ha obligado a aplicar medidas como el pico y placa, para restringir el tránsito automotor, uno de los principales causantes de esta tragedia ambiental. Ante todo, está el interés de la preservación de la salud de las personas.
Afortunadamente en Neiva, no se presentan estos episodios tan graves. Su posición geográfica y la falta de grandes industrias en este territorio contribuyen a mejorar la calidad del aire que respiramos. Ostentamos uno de los mejores aires de Colombia. De acuerdo con los reportes proferidos por el Ideam, la capital del departamento posee una concentración promedio de 28 microgramos sobre metro cúbico de PM10 (contaminante atmosférico), el cual está por debajo del límite máximo permisible por la normatividad ambiental, que es de 75 microgramos sobre metro cúbico.
En Colombia según el Ideam las partículas que más contaminan son principalmente de vehículos pesados que utilizan diésel como combustible. Pero no podemos descuidar el accionar gubernamental tendiente a controlar cualquier foco que provoque el deterioro de la calidad del aire. El aumento de la densidad poblacional en la zona urbana, el aumento de vehículos y motos, fábricas sin control, entre otros, representan poco a poco una amenaza gradual de deterioro de la calidad del aire.
Igualmente, nos encontramos muy inconformes por la libre movilización de algunos vehículos particulares y buses, que se han convertido en un malestar para la ciudadanía, por la incomodidad que provoca el humo que expelen, sin que existan controles de las autoridades. Las bocanadas de humo negro que sueltan estos vehículos como provisionales, los camiones de carga y otros que usan diésel, han desbordado la capacidad institucional para ganar la batalla contra los carros chimeneas. Las autoridades deben ser más estrictos. Se deben adelantar campañas de formación para el mantenimiento preventivo y en el caso de las empresas transportadoras locales deben restringir su circulación.
