En Colombia vienen sucediendo hechos que con el cruce de las innumerables noticias que se producen, la ciudadanía no alcanza a visualizarlos en su verdadera dimensión y son de la mayor gravedad tanto para la vida institucional del país como para el próximo futuro de nuestra democracia.
En esta oportunidad quisiera referirme a dos aspectos centrales de nuestra institucionalidad como son la necesaria reforma al Congreso y la reforma a la Justicia, que no han logrado materializarse por intereses de distinta índole que terminan afectando el necesario balance y equilibrio institucional.
Comenzando por la reforma al Congreso, llama la atención cómo en esta Corporación se le han venido dando muerte a iniciativas que el país esperaba, acudiendo a la llamaba “engavetada” de iniciativas, y como resulta recurrente la práctica de incorporar “micos” en leyes que regulan materias específicas. Esto es artículos especiales de beneficios esperados por algunos promotores que no tienen que ver con el objeto de regulación, pero que ante la sorpresa de todos se terminan convirtiendo en leyes de la República.
Un ejemplo que combina “engavetadas”, “micos” y todo tipo de intereses personales es el trámite de la norma que propende regular en mejor forma y con mayor eficiencia el trabajo de los congresistas y que se pretende embolatar con el propósito de no dejar perder beneficios personales, como por ejemplo las exageradas vacaciones de nuestros congresistas. Urge sin lugar a dudas una reforma estructural y seria a nuestro Congreso antes que seguir creando curules con las mismas anomalías.
Y si vamos a la rama judicial el panorama no es para nada mejor. Recientemente, nos encontramos por ejemplo con decisiones que se están tomando por la sala plena de la Corte Constitucional, donde se ha conocido por filtraciones de los medios, que algunos magistrados consideran que se están basando en decisiones de tipo político y no jurídico. Me refiero puntualmente al fallo de revisión de la tutela con respecto el proceso que se lleva contra el ciudadano Álvaro Uribe Vélez, donde se ha dicho en algunos medios que dentro del salvamento de voto de cuatro de los magistrados que se apartaron de la decisión mayoritaria de cinco, no se duda en calificar a la posición mayoritaria cómo una decisión más enmarcada en intereses políticos que en la debida aplicación de las normas jurídicas y del Derecho.
Con estas apreciaciones de los mismos magistrados sobre las decisiones judiciales de sus colegas deberíamos no aplazar más la reforma judicial de la que tanto se ha venido hablando, si no queremos que cada día que pasa estemos ante situaciones aún más graves y de mayor peligro.
Qué importante sería escuchar de los candidatos presidenciales su opinión de estos casos, puesto que para la democracia es fundamental que las ramas del poder público se dediquen cada una a su objetivo, con el profesionalismo que estas tareas exigen y cumpliendo cabalmente con sus responsabilidades que están clara y plenamente establecidas en la Constitución Política de Colombia.
Llego la hora de afrontar el debate sobre los grandes temas de la Nación. No podemos dejarlos para más tarde pues si no os afrontamos y asumimos, cuando nos demos cuenta ya el país se acabó de resquebrajar y será tarde.