No me referiré a nombres puntuales de la política regional, pues ustedes amigos lectores de forma inmediata y auténtica, entenderán no solo el mensaje sino los responsables de la situación de los huilenses, hoy sumidos en la imposibilidad de tener cerca a sus ojos un mejor mañana liderado por jóvenes, gente honesta, probados contra la corrupción y en el ejercicio público, que enarbolen los principios éticos y que tengan la capacidad de escapar de las ofrendas y exigencias absurdas de los gamonales electorales, que hoy no saben qué hicieron por el departamento cuando otras regiones del país avanzaron por la senda del progreso social, económico, urbanístico y humano, seguramente dirán, se dedicaron a la mecánica de distribuir votos por dinero, sí, distribuir votos como si fueran objetos y luego cobrar.
Como un acto premonitorio leí un mensaje escrito hace más de 56 años y hoy lo comparto porque sigue vigente para los colombianos y huilenses que no hemos sido capaces de cambiar esta clase dirigente envuelta en escándalos de corrupción, desidia por los nuestros, poco proactivos, y que hoy pasan su peor momento y tratan desesperadamente reencaucharse a la sombra en cuerpo ajeno.
Dice este mensaje que “dirigirse a los que no quieren ni pueden oír es un deber penoso. Sin embargo, es un deber, y un deber histórico, en el momento que la oligarquía colombiana quiere llegar a hacer culminar su iniquidad en contra de la patria y en contra de los colombianos”.
Concluye que “Inventaron la división entre liberales y conservadores la que no comprendía el pueblo, solo sembró el odio entre los mismos elementos de la clase popular. El pueblo no entendía la política de los ricos, pero toda la rabia que sentía por no poder comer ni poder estudiar, por sentirse enfermo, sin casa, sin tierra y sin trabajo, todo ese rencor lo descargaban los liberales pobres contra los conservadores pobres y viceversa. Lo único que dividía a las dos oligarcas era el problema de la repartición del presupuesto y de los puestos públicos”.
Vemos décadas de violencia fratricida que en algunos momentos de nuestra historia han tratado de calmar, sin resultado definitivo pues la esencia del problema jamás ha sido materia de negociación, o sino miremos qué tanto logró las FARC cuando no fue objeto de negociación el motivo de sus luchas en la clandestinidad que fue precisamente el cambio de modelo económico y de gobierno para las gentes, no, nada de eso hubo, y entonces hoy cuando hay la posibilidad de un gobierno genuinamente distinto, se intenta desesperadamente crear un nuevo frente nacional para no perder el poder y por eso vemos a todos los partidos tradicionales y sus candidatos buscando cómo unirse y no perder el poder político y del presupuesto nacional, al punto que hasta intentarán asesinar a Petro o incluso a Duque y propiciar un golpe militar que evite las elecciones por un buen periodo.
Como un grito de alarma quiero decirles señores parceladores de la conciencia y la moral y a quienes les gusta repartir sus familias en diferentes frentes, el pueblo ya no les cree nada a ustedes. El pueblo no quiere votar por ustedes. El pueblo está harto y desesperado. El pueblo no quiere ir a las elecciones que ustedes organicen. El pueblo no es el pobre y descamisado, son también “gente de bien” que se cansó.
Ustedes están aislados y con el peso de una pandemia que desnudó nuestras necesidades, pero también nos enseñó a vivir sin la mentirita y jugadita diaria de los políticos, ustedes seguirán ciegos mientras a diario los colombianos estamos considerando unir masas en favor de la conquista del poder muy a pesar de ustedes.