Diario del Huila – Crónica
Por: Juan Manuel Macías
Maestros de obra, obreros, electricistas, lustradores, ebanistas y hasta tarotistas, se reúnen en el Parque Santander de la ciudad de Neiva desde hace varios años, a encontrar ese trabajo que desde hace algún tiempo se esfumó. La mayoría viven arrendados en piezas, y diferente a lo que piensan todas las personas que transitan por el centro de Neiva, no son pensionados.
Haciéndole el quite al desempleo, las decenas de adultos mayores que se reúnen en el Parque Santander, hablan de todo, se ríen de todo y se ayudan entre todos.
“Nosotros venimos aquí desde hace mucho tiempo, es el único sitio en donde encontramos trabajo, aquí vienen personas que necesitan que les arreglemos la casita o a veces vienen ingenieros para alguna obra, entonces nosotros esperamos a que eso pase”, manifestó José Vicente Murcia, un hombre de 68 años que lleva cerca de 50 años ejerciendo labores de construcción.
Como don José Vicente, hay decenas de personas que se dedican a la construcción de viviendas, entre todos se ayudan, el trasegar de los años les ha enseñado que para todos hay, por lo que la envidia fue cosa del pasado.
“A uno no le da envidia que el otro consiga trabajo porque es un amigo que tiene necesidades como uno, entonces si a él le va bien a todos nos va bien, después llega lo de uno y así van pasando los años. Anteriormente si había como roces con los compañeros, pero hace muchos años, ya eso no pasa, aquí todos somos amigos”, destacó entre risas Carmelo Torres Pastrana, trabajador de la construcción.
A don Gregorio, la falta de trabajo no lo deja dormir, pero entendió que a su edad, salir a caminar buscando trabajo y quedarse en el parque es lo mismo, pues si se pone a trabajar un día, al otro, el cansancio no lo deja ni pararse de la cama.
“La situación es dura, yo quisiera pararme y caminar por todo Neiva buscando trabajo como hace diez años, a mí me iba bien, pero ahora a uno le toca venirse para acá a esperar lo que salga, si me voy a caminar buscando trabajo, mañana no me puedo parar de la cama”, expresó el electricista de 76 años, a quién ya se le nota cansado.
El Parque Santander brinda la estabilidad, si es que se le puede llamar así, que don Gregorio Meneses necesita, pues le sale trabajo de vez en cuando y comparte con sus amigos historias de las que ya ni él se acuerda.
“Yo tengo dos hijos, me toca venir aquí porque el trabajo está duro y a uno a la casa no lo van a ir a buscar, toca venir acá, y con eso, uno se pone a hablar y a tomar tinto. Uno se acuerda de cosas con ellos, ellos le recuerdan a uno cosas o uno a ellos y así se va el día”, agregó el adulto mayor.
“La playa de los varados”
“La playa de los varados” es el nombre con el que las mismas personas que se sientan en el parque a ver pasar el tiempo y recordar anécdotas, han denominado al espacio ubicado al interior del Parque Santander, que escogieron desde hace años para resguardarse del sol con el ramaje de los árboles que le dan vida al insigne lugar de la ciudad de Neiva.
“Esta es la playa de los varados’ porque aquí venimos los que ya no podemos ni caminar, venimos a conseguir trabajo porque no somos pensionados ni nada”, sostuvo Lauro Hernández, un adulto que, desde hace aproximadamente 10 años, entendió que su vida se tornaba mejor en este punto céntrico de la capital huilense.
Sin pensión y sin trabajo, así sobreviven las decenas de adultos mayores que, por cuestiones de la vida, les tocó pasar los últimos años de vida en este sitio ubicado frente a la Gobernación del departamento del Huila.
“Somos pensionados, pero del programa adulto mayor”, agregó Hernández, refiriéndose a la única ayuda con la que cuentan algunos, el programa “Colombia Mayor” del Gobierno Nacional.
El tarotista del Parque Santander
Aunque no les falta mucho por conocer sobre su vida, los amigos de Ricardo Peña acuden a él para que, con sus dones de tarotista, pueda entregarles un dictamen de lo que podrían ser sus últimos años de vida.
Peña, aparte de ser electricista, se ha ganado fama de ser “el tarotista del parque”, recorre a diario los pisos color ladrillo del Parque Santander, acudiendo al llamado de los amigos que confían en el don, que según él, tiene para leer las cartas y la mano.
“Yo me la paso por aquí, soy electricista, pero eso está muy duro, es muy poco el trabajo que sale para ir a alambrar una casa, entonces me pongo a leer la mano porque yo tengo un don para eso”, manifestó.
El apodo de “tarotista” le fue acuñado por allá en el año 2002, cuando le estaba leyendo las cartas y la mano a un desconocido, mientras sus amigos observaban desde algunos metros.
“Yo estaba ahí y el muchacho llegó a que yo le leyera la mano, había varios amigos cerca de mí, ellos alcanzaban a escuchar lo que yo decía y lo que él me respondía. Le dije que veía en él muchas armas y se puso a reír”, contó el “tarotista”.
La sorpresa, cuenta Peña, fue cuando su cliente, contó que pertenecía a las extintas Farc, pues era época de la Zona de Distención y todo, según él, coincidía.
“El muchacho me dijo, después de que yo le había dicho lo de las armas, que él era guerrillero y que estaba acá en Neiva por el tema de la Zona de Distención. Ahí fue donde todos comenzaron a decirme que les leyera la mano y las cartas”, puntualizó el “tarotista”.