Aunque el expresidente Santos dijo que no había leído el libro LOS PECADOS DE LA PAZ del general (r) Jorge Enrique Mora, se atrevió a decir que se imaginaba que “Serán chismes y sacadas de clavo personales con sus compañeros durante las negociaciones”, contrariando su apreciación cuando lo designó en el equipo negociador del proceso de paz y exaltó su gran prestigio como militar, el aprecio y admiración de que gozaba en los cuarteles y lo importante que sería su participación en los diálogos.
A los pocos días se agotó la primera edición del libro que contiene un pormenorizado relato del proceso, el cual culminó con el denominado “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, sin que se haya cumplido ninguno de los propósitos enunciados.
La agenda acordada para las negociaciones fue burlada por las FARC, al imponer nuevos temas como la justicia transicional, la comisión de la verdad y la comisión histórica del conflicto, con la complacencia del comisionado de paz Sergio Jaramillo para congraciarse permanentemente con ellos y evitar que se levantaran de la mesa.
Es evidente que el general Mora logró que no se discutiera el futuro de las fuerzas militares y su papel constitucional, como lo pretendieron los voceros de las FARC, y a diario manifestó abiertamente sus críticas, en muchos aspectos, que de haberse aprobado, habría afectado aún más nuestras instituciones democráticas.
Los valiosos apuntes que tomó el general Mora del proceso y que nos los dio a conocer en su libro, apuntan a la afanosa búsqueda del premio nobel de la paz para Juan Manuel Santos, a cualquier precio. A ello apuntó la designación al final de un nuevo grupo negociador integrado por el ministro Juan Fernando Cristo, Rafael Pardo, La Canciller María Ángela Holguín, los senadores Roy Barreras e Iván Cepeda, Álvaro Leyva y el español Enrique Santiago, desplazando así al inicial equipo negociador. En escasos ocho días cumplieron las “Instrucciones maquiavélicas” de Santos, como las llamó el General Mora. Solamente al final le permitieron ingresar a Sergio Jaramillo (el manipulador del proceso) y a Humberto de La Calle.
Se duele el general de haber escuchado de uno de los miembros del equipo negociador: “Debemos llegar a un acuerdo digno para las FARC”, mientras los soldados y policías “No merecieron esas pruebas de afecto, aprecio y reconocimiento…..quienes sostuvieron el sistema democrático que las FARC amenazaron y quisieron destruir”.
En algún momento, el General Mora le dijo al general Luis Urbina (Q.E.P.D.), su mejor amigo y compañero de Carrera Militar: “He estado a punto de suicidarme, por la incomprensión de algunos que me han calificado de traidor a la Institución Militar”.
A mí me ha quedado claro que no fue así. Su participación en el proceso de paz fue clave para que la claudicación de Santos no fuera mayor.