En algún artículo hablaba de la tiranía de los derechos, permítanme ahora hablar de la ética de los deberes. Con este tema pareciera que estoy fuera de lugar, en el lugar equivocado. Los deberes es un tema obsoleto, tal vez propio para la época de “Pedro Picapiedra”. Soy hijo de una generación en donde me inculcaron con la palabra y el ejemplo la ética de los deberes. Se me enseñaba, entre tantas cosas bellas, estos parámetros: la muralla es el papel de la canalla, -hoy se hacen concursos de grafitis-. A las damas se les da la acera y el puesto en los buses de servicio público, ¿hoy?, atropelle a quien pueda, usted tiene derecho a ser primero, ¡cuidado le quitan ese derecho! Cuando usted llega, salude. ¿Hoy?: ¡Qué hay! Excúseme, ¿usted no sabe quién soy yo? Se nos decía, respetemos las distancias frente a las personas mayores en: edad, dignidad y gobierno. ¿Hoy? ¡Hola gobernador, alcalde!; ¡qué igualados, no! Niños imberbes llaman a su maestro por el nombre y cuidado los corrigen, se vienen con todas las tutelas del momento y el fallo: la censura del maestro. Se nos enseñaba que los baños, los sanitarios, eran el reflejo de la casa. ¿Hoy? Son un desastre, vaya usted a usar un baño en un edificio del sector público, comenzando que no hay, y si hay, ¡qué hediondez! Si dejan papel, se lo roban, ¡es un derecho! Los parques, los separadores, se vuelven baños públicos. ¡Ah, perdón, es para que las mascotas hagan sus necesidades! Usted no puede darse un descanso en una zona verde, resulta inundado de porquerías. Para usted ser “in” debe ir con las mascotas al parque y a la calle, perdón al supermercado, al cine, a la iglesia, sube al bus y le tienen que dejar puesto, así la señora embarazada aguante, primero la mascota. ¡Qué horror! Y, diga lo contrario, resulta un espécimen raro. Hemos llegado a la trasmutación de los valores. A nosotros se nos enseñaron los deberes de pagar los servicios públicos, de pagar impuestos, de ganarse el pan con el sudor de la frente, no con el sudor del de enfrente. Se nos enseñó que las cosas se adquieren con esfuerzo. Hoy cualquier exigencia es exclusión, ¡cuidado utiliza esta palabra! Hoy todo es inclusión. Todos tienen derecho a pasar el año académico. Padres de familia y maestros, exijan y verán lo que les pasa: serán judicializados. Ahora no se puede corregir al niño porque se traumatiza, no se le permite el libre desarrollo de su personalidad. Permítanme decirlo: mis padres fueron modelo de vida y ambos, utilizaron, muy de vez en cuando el castigo, los veía amándome mucho; cuando llegaron a la vejez, los traté con la mayor delicadeza y gratitud. Nunca les reproché nada, lo que hicieron, estaban en su deber. Excúsenme decirlo: me siento una persona normal, sin complejos. Mis padres marcaron en mí, su propio sello; esto me ayudó a ser más persona. Me enseñaron a luchar. No me cortaron las alas, pero siempre estuvieron al lado para que volara bien. No suplieron mis responsabilidades, me ayudaron a asumirlas.