Nueva Zelanda acaba de anunciar la pronta expedición de una ley que propone algo revolucionario: incrementar de forma progresiva la edad mínima requerida para la compra de cigarrillos. Esto haría que las personas que están próximas a cumplir 18 años (edad permitida para empezar a fumar) y las generaciones que le siguen, nunca alcancen la edad permitida para comprar cigarrillos. Esto hace que la futura ley cuente con un potencial increíble para alcanzar la meta propuesta, liberar de humo a Nueva Zelanda y proteger a su comunidad, y en especial, a sus jóvenes, de los efectos nocivos del tabaco.
Ahora bien, anticipándonos un poco a los hechos y aplicando un poco de “malicia indígena” se debe considerar que la redacción de la ley debe ser bien omnicomprensiva, en lo que respecta a los artículos que se pretenden prohibir. Digo esto, porque al estar integrado por varias “piezas”, la prohibición podría ser fácilmente evadida al venderse por separado sus elementos, esto es, el papel, el tabaco molido y los filtros. Táctica que es utilizada en algunos países del mundo precisamente, para evadir los impuestos a los cigarrillos.
Al margen de las maniobras que se puedan realizar para evitar las restricciones, lo cierto es que este tipo de iniciativas son importantes para fomentar una verdadera disminución de los índices de tabaquismo y especialmente, para evitar que los jóvenes tengan su primer contacto con el tabaco. A diferencia de otros productos, en los que existe algún tipo de beneficio por su consumo, los cigarrillos y los productos hechos con tabaco solo dejan efectos nocivos y mortales para la salud de los consumidores y de quienes lo rodean, sin mencionar el impacto que año a año, esto genera en la salud pública.
Para el caso colombiano, considero que también debemos empezar a pensar en la implementación de iniciativas que fomenten una real y pronta disminución y desestimulo del consumo del tabaco en el país. Así, por ejemplo, podría pensarse en implementar desde la edad temprana, programas de educación donde se haga mucho énfasis a los niños sobre los funestos efectos en la salud que genera el tabaquismo, acompañada de altas tasas y recargos para cotización en salud, para las personas que fumen. Lo anterior, soportado en una legislación que obligue a una mayor difusión del perjuicio del consumo, y también que prohíba como en Nueva Zelanda de forma paulatina la edad legal para iniciarse a consumir tabaco.