Llegamos a fin de año con el anuncio de que el salario mínimo aumentará 10,07%, llegando al millón de pesos. Esta noticia ha ocupado los titulares de los principales medios durante toda la semana y ha sido calificada como un hecho sin precedentes en el país. Sin embargo, más allá de la euforia y de la efervescencia de una noticia de este calibre, considero que deben reflexionarse seriamente sobre los efectos no esperados de la medida y sobre aspectos complementarios a la remuneración laboral.
Respecto del primer punto, debemos tomar en especial consideración el hecho de que la economía colombiana y las empresas, sin importar su tamaño, se encuentran en proceso de recuperación. Esto lleva a que un incremento tan significativo del salario mínimo como este, se convierta en una amenaza para los trabajadores, especialmente para los más nuevos, debido al disparo que tendría la nómina para el próximo año. Precisamente, el día de ayer, fue publicada en Portafolio, una noticia sobre las preocupaciones que existen en los sectores de las Pymes, los restaurantes, transporte y agrícola respecto del incremento y sus efectos en el incremento de la informalidad. En síntesis, son las personas que ganan el mínimo, las que se encuentran en mayor riesgo de verse en la difícil situación de escoger entra la informalidad (que ofrecen “empleadores” que se niegan a pagar el mínimo legal) y el desempleo.
En lo atinente al segundo punto, considero que tanto el gobierno, como las empresas y los trabajadores tenemos que hacernos las siguientes preguntas: ¿un mínimo alcanza para vivir o para sobrevivir? ¿Existe verdadera calidad de vida para los trabajadores colombianos? Sé que pueden sonar algo románticas estas preguntas, sin embargo, siento que son la esencia de lo que realmente nos debería importar a la hora de hablar de “remuneración” en el sentido amplio de la palabra. Dicho en otras palabras, ¿de qué sirve que el salario mínimo llegue al millón o a los dos millones si no podemos disminuir los índices de desigualdad, de desempleo y de infelicidad?
Más allá de los números, debemos apostarle a que los trabajos sean medios para que las personas puedan desarrollarse personal y profesionalmente, que existan medios de transporte que hagan posible llegar rápida y seguramente al trabajo, que desde el gobierno se piense en estrategias para hacer del teletrabajo algo de la cotidianidad, haciendo posible que podamos compartir más tiempo con nuestras familias.