La historieta bíblica nos sirve para presentar el mensaje de esta columna. Lograr el éxito es difícil, pero es más difícil mantenerlo. El ser humano suele ser muy triunfalista cuando alcanza las metas propuestas; con frecuencia se vuelve soberbio y autosuficiente; se cree dueño del mundo. ¡Cuidado! Se puede subir como palma y caer como coco. Justamente los cafeteros están de plácemes y enhorabuena por el precio de la carga de café, alrededor de $2.000.000.oo, un precio nunca visto. Sin embargo, se debe tener sumo cuidado para no caer en el monocultivo, pues los precios fluctúan, la economía es compleja. Hay que evitar poner los huevos en el mismo nido. Hay personas que despilfarran el dinero y, después vienen pesares; hay que racionalizar el gasto, evitar compras superfluas. Almacenemos el trigo en los graneros para no tener hambre en la época de los largos veranos, como rezaba el texto bíblico. Una persona previsiva, se adelanta a los acontecimientos y no tendrá apuros. Ahorrar en la abundancia para no tener hambre en la escasez. En el caso del café, es indispensable diversificar los cultivos para evitar aprietos: esa es la persona que asume con responsabilidad cada momento. ¡Cuántas personas dilapidan sus jugosos ingresos! La hora del éxito pasa, mañana podrá haber angustias. Hay personas emergentes que tienen el síndrome de las compras, complacen en todo a sus hijos; así que, lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta. Si hay hijos malcriados, son los hijos de la abundancia; quien no conoce el sacrificio no conoce el valor de las cosas. Hay mucho despilfarro en el uso de la riqueza. Nosotros somos un país pobre siendo tan rico, ¡qué paradoja! Aquí se desperdicia el agua, la luz, los bosques, etc. El consumismo nos puede llevar a la más cruda pobreza. El que no ha adquirido las cosas con sacrificio suele ser un dilapidador de miedo. En el sector público no hay austeridad en el gasto. ¡Cuántos bienes mostrencos y obras inconclusas se encuentran por doquier! En el seno de las familias hay muchos gastos que son inútiles y que con frecuencia generan dependencia. Se desperdician muchos alimentos mientras en varias familias hay pobreza. Hay muchas personas que llegan a la vejez en la absoluta pobreza, han sido unos derrochadores sin freno e incluso se enferman por la voracidad en satisfacerse en todo. En donde no hay disciplina, no hay sentido de respeto por los demás. Las personas que se enriquecen de la noche a la mañana suelen llenarse de cosas innecesarias. El no tener austeridad denota inestabilidad emocional. Las personas que no han adquirido las cosas con esfuerzo, suelen ser desconsideradas y abusivas. Los llamados nuevos ricos no tienen el sentido de las proporciones y tienen unas excentricidades que los hacen ver ridículos. El avaro habla de lo que tiene; el prepotente habla de lo que sabe; el sabio guarda silencio. Éste no habla de sus éxitos, los muestra sin ostentación; los que logran sus metas con esfuerzo y dedicación, suelen ser discretos. Por sus frutos los conocerán, no por sus palabras. Uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras.