Las cifras divulgadas por el DANE sobre la inflación revelan lo que sin duda es el mayor problema económico del país: el incremento del costo de vida.
El aumento de precios registrado en el 2021 del 5.6% (por encima de las metas del Banco de la República y la más alta desde el 2016), que incluye un incremento en alimentos y bebidas del 17.23%, es lo suficientemente diciente para anticipar que la carestía será el gran tema del debate político en el 2022. Ojalá se enfoque durante la campaña electoral con la seriedad que tan grave asunto amerita.
Veamos con algún detalle los rubros divulgados por el DANE. Un primer asunto que llama la atención es la fuerza que traen los alimentos. Es prácticamente el triple que la que exhibe el índice global de la inflación: 5.62% vs 17.23%. Según la explicación que ha suministrado el director del DANE, la inflación de alimentos explica casi la mitad de la inflación total. Los porcentajes de las alzas en los alimentos son realmente inquietantes: Papa 111%, carne 32%, frutas 24,29%, huevos 18.3%, leche 12.79%.
A lo anterior hay que agregar que se trata de cifras para el año completo 2021. Esta dinámica viene a engancharse con el primer semestre del 2022, que es tradicionalmente un periodo con inflación de alimentos más fuerte que el segundo semestre cuando sale el grueso de las cosechas.
Ahora se abre, por supuesto, un gran debate: ¿es la importación de alimentos la causa de la alta inflación? Es evidente que una parte importante del alza de precios se explica por la inflación internacional que está rampante por estos días con los trastornos de las cadenas de suministros en el transporte marítimo. Los insumos utilizados en la agricultura -la mayoría importados- han tenido en promedio durante el último año alzas superiores al 60%. Y esto, desde luego, explica parte considerable de la inflación que estamos presenciando.
Pero no lo explica todo. ¿Qué decir de la papa, por ejemplo, que juega un papel tan importante en la canasta familiar con un incremento del 111%? Recuerdo que el inolvidable gerente del Banco de la República, Germán Botero de los Ríos, lo primero que preguntaba cada mes era: ¿cómo se comportó la papa? Sería una simpleza explicar el alza de la papa achacándola a las importaciones que si las hay son insignificantes. Hace un año el precio de la papa estaba por el suelo. La regalaban los agobiados agricultores en las bermas de las carreteras. Se ha repetido entonces lo que se conoce como el “teorema de la telaraña”: precios ruinosos desalientan la producción y en la temporada siguiente los precios se ponen por las nubes.
Hay quienes están saliendo ahora a pedir con cabeza calenturienta que cerremos a la brava la economía; y que nos refugiemos en una ilusoria autarquía como fórmula mágica para combatir la inflación. Vana ilusión. Lo que se impone es fomentar la producción nacional es vez de construir murallas chinas para protegernos de enemigos externos.
Hace diez años se puso en marcha un programa que resultó exitoso y que recientemente se ha replicado, denominado “país maíz”. La mayoría de las importaciones agropecuarias (casi el 60%) son de maíz. Se impone en consecuencia un masivo y rotundo programa de fomento para estimular su producción nacional. Tenemos la tierra y la vocación maicera. Pero naturalmente, si los precios externos suben, cosa que está aconteciendo con los cereales en todo el mundo, es apenas justo que los productores domésticos se beneficien también de los precios altos.
El Banco de la República seguirá subiendo las tasas de interés. Es lo que están haciendo prácticamente todos los bancos centrales que aumentaron la oferta monetaria para combatir la pandemia. Ahora están recogiendo velas por todas partes.
Es evidente que un salario mínimo incrementado en más del 10% (tres puntos porcentuales por encima de lo que se necesitaba), lanzó un mensaje inapropiado que atiza las alzas de precios que empezamos a sentir con dureza en este comienzo de 2022.
Que las aguas borrascosas de los precios vuelvan pronto a sus niveles de tranquilidad es el gran propósito para el 2022.