Según la definición de Wikipedia, el debate presidencial es un tipo de debate político en el cual, varios de los candidatos que participan en un proceso electoral, se confrontan ideológicamente, en igualdad de condiciones, exponiendo las propuestas de sus eventuales programas de gobierno, así como también su postura frente a diferentes temas que generan controversia y que además concitan el interés nacional. El objetivo de este espacio es informar a la opinión pública con respecto a las hojas de vida y trayectoria de los candidatos, y lo que pretende realizar cada uno en caso de ser elegido.
Los debates políticos deberían ser en teoría la máxima expresión de la deliberación respetuosa, transparencia política y democracia de un país. Sin embargo, por lo que vimos en la presente semana en el debate presidencial organizado por dos medios de comunicación, este se ha convertido en un escenario de confrontación pero no propiamente de ideas o de propuestas de gobierno, sino por contrario de insultos, acusaciones y descalificaciones personales, profesionales y morales, no solo del candidato presidencial, sino también de sus equipos de trabajo y aliados políticos.
Los medios de comunicación consientes de la polarización y crispación que vive el país, y las grandes desavenencias y disputas personales e ideológicas que existen entre los candidatos, ven en los debates presidenciales la mejor oportunidad para mejorar sus rating de audiencia y por tanto mejorar sus ingresos a punta de pauta publicitaria. Organizan cuidadosamente el show, escogen el formato, los moderadores, la asistencia de las barras, y por último y a su conveniencia, seleccionan a los candidatos invitados.
La conclusión que me queda del promocionado “debate presidencial” de esta semana, es que no hay propuestas serias en temas económicos, educativos, ni de salud, que los candidatos están más preocupados por atacar y descalificar a sus adversarios políticos que por proponer. A pesar de que ninguno de los candidatos presidenciales hasta el momento sobresale por sus propuestas de gobierno, invito a los electores a participar activamente en proceso electoral y a votar. Hay que afinar el olfato y la malicia indígena para tomar decisiones de voto suficientemente informados y pensando en el país que queremos para nosotros y para nuestros hijos.