El corolario al análisis estadístico anterior que muestra la alta concentración de los ingresos y de la riqueza es el siguiente:
“Dado que la riqueza es una de las principales fuente de futuras ganancias económicas y, cada vez más, de poder e influencia, esto presagia nuevos aumentos en desigualdad. De hecho, en el corazón de esta explosión está la extrema concentración del poder económico en las manos de una minoría muy pequeña de los súper ricos. La riqueza del 10% superior a nivel mundial, que constituye la clase media en los países ricos y los meramente ricos en los países pobres está creciendo más lentamente que el promedio mundial, pero el 1% superior está creciendo mucho más rápido: entre 1995 y 2021, el 1% superior capturó el 38% del incremento global de la riqueza, mientras que el 50% inferior capturó un aterrador 2%. La parte de la riqueza que posee por el 0,1% superior mundial aumentó del 7% al 11% durante ese período y la riqueza multimillonaria mundial se disparó. Con el auge en el mercado de valores, la imagen no parece ir mejorando.”
Cuando al poder del gran capital se le deja sin control la concentración extrema es el resultado.
De ahí que la sociedad deba proceder para contenerlo y revertirlo.
Cómo señala el informe “no hay ningún caso para rendirse u optar por esperar hasta la revolución. El período desde 1945 o de 1950 hasta 1980, fue un período de reducción de la desigualdad en muchas partes del mundo (EE.UU., Reino Unido, Francia, pero también India y China). Para los países occidentales, estos también fueron cubiertos por los treinta y tantos años de rápido crecimiento de la productividad y creciente prosperidad, nunca igualados desde entonces; en otras palabras, no hay evidencia prima facie para la idea de que el rápido crecimiento exige o necesariamente va de la mano con el crecimiento de la desigualdad. La razón por la que eso fue posible tuvo mucho que ver con la política: las tasas de impuestos eran altas y había una ideología de que la desigualdad necesitaba mantenerse bajo control, y era compartida entre el sector empresarial, la sociedad civil y el Gobierno.”
A esta situación de desigualdad extrema hemos llegado porque “para la mayor parte del mundo la experiencia decisiva resultó ser la reacción de pánico ante la desaceleración de crecimiento en EE. UU. y el Reino Unido en la década de 1970, que llevó a la convicción de que gran parte del problema era que las instituciones que mantenían baja la desigualdad (salario mínimo, sindicato, impuestos, regulación, etc.) tenían la culpa, y que lo que necesitábamos era desencadenar una cultura empresarial que celebrara la acumulación desvergonzada de riqueza privada. Nosotros ahora sabemos cómo la revolución Reagan-Thatcher fue el punto de partida de un aumento vertiginoso de la desigualdad dentro de los países que continúa hasta el día de hoy”
He aquí el origen de la concepción neoliberal que desencadenó la tragedia social que nos agobia.
