La solidaridad, junto con la tolerancia, el respeto, la justica, la honestidad y la lealtad son valores que se han venido perdiendo en Colombia. La falta de solidaridad denota indiferencia, egoísmo y estrechez de miras en cuantos seres humanos. El que se niega a colaborar de manera entusiasta y desinteresada con quienes lo rodean, en el logro de un objetivo común, renuncia a la posibilidad de unirse a algo más grande y más fuerte que el mismo, en donde puede encontrar seguridad y apoyo, pues cuenta con el respaldo de sus congéneres, lo mismo que ellos con el suyo.
El individualismo exagerado conduce a la insensibilidad, a la ausencia de grandeza humana, y resta méritos y alegría a cualquier logro por grande que sea, pues no hay con quien compartirlo. Otro tanto les sucede a quienes, contando con los medios para ayudar a sus semejantes (oportunidades de trabajo, por ejemplo) no se conmueven en absoluto por sus penalidades ni hacen nada para aliviarlas. Estas personas nunca serán admiradas ni queridas con sinceridad, ni sus posiciones y dinero tendrán valor alguno. Los insolidarios son negligentes, egoístas, codiciosos, mezquinos, indiferentes y apáticos.
La solidaridad tiene obstáculos: El afán de destacarse pisoteando a los demás, con el convencimiento de que el mundo está hecho de ganadores y perdedores, y, la inclinación a creer que todo lo que no nos afecta de manera directa y personal no es de nuestra incumbencia. Por ello, aunque no hay recetas para que una persona sea solidaria y es muy difícil convencerla de que lo sea cuando nunca lo ha sido, si es posible pedirle que medite sobre ciertas actitudes que pueden hacerle la vida más feliz:
Reflexione sobre la situación de todos aquellos menos favorecidos y no cierre los ojos frente a sus problemas y necesidades; si hay una causa en la que cree y sabe que puede colaborar, no vacile en hacerlo. No haga a los demás lo que no quiere que le hagan a usted; reconozca y valore a sus semejantes; sea coherente entre lo que piensa, dice y hace; comprométase con los demás así no los conozca; rescate el don de la palabra, dialogando con las personas que lo rodean; siéntase parte de su familia, su barrio, su medio laboral o de educación; no suprima ni evada los conflictos, negócielos y haga concesiones; crea en las personas; observe al otro y póngase en sus zapatos; no se avergüence por ser solidario con quien necesita ayuda aunque lo critiquen.
Incluyo algunos consejos prácticos de la psicóloga María Elena López, para empezar a ser solidarios: ”colabore con los quehaceres domésticos, cuide las plantas del jardín, no vote basura a la calle, visite a la persona sola o triste, regale una sonrisa, vea el lado bueno de las cosas, sea agradecido, apoye a su amigo en los momentos difíciles sin esperar nada a cambio, atienda sus obligaciones sin agobiar a otros para liberarse de ellas, muéstrese sensible cuando escucha lo que otros sienten, evite comentarios de mal gusto, sea generoso”.
Es cierto que en Colombia y el Huila existen dificultades para ser solidarios, pero hagamos un esfuerzo para serlo. Todos somos testigos de las numerosas personas que invaden nuestros barrios, en busca de ayuda, pero también hay muchas ONG y entidades sin ánimo de lucro que vienen trabajando por llegar a la población más vulnerable, tomemos contacto con alguna y actuemos antes de que sea demasiado tarde.
