En estas elecciones presidenciales, las cuales serán las últimas para la mayoría de los precandidatos presidenciales (al menos eso se espera), los diferentes partidos han querido utilizar la estrategia de aliarse como la del centro democrático hace cuatro años. Esto funcionó en aquella oportunidad porque tenían ideologías políticas y objetivos muy similares debido a que estaban bajo las directrices del partido.
Muy diferente es en esta campaña política, donde trataron de agruparse ideologías similares, pero con intereses totalmente independientes y en algunas veces diferentes. Lo cual lleva, a que haya cambios drásticos, confundiendo así a los electores. En este momento lo que se está viendo es que las coaliciones están trabajando divididas internamente sin tener claro cuál es el objetivo en común. Se han visto movimientos importantes en plena campaña como la salida de la coalición de la esperanza de Ingrid Betancourt por diferencias con Alejandro Gaviria, asunto que causó rupturas dentro de esta coalición.
Mientras la coalición de la esperanza se encuentra dividida, del otro lado Petro con su coalición el pacto histórico, aprovecha dichos espacios para seguirse posicionando y en medio de la coyuntura ganar votos y seguir convenciendo gente que es la mejor opción. Como se lo han dicho en los diferentes debates Petro por sus ansías de poder, le vendió su alma al diablo aceptando en su campaña política maquinaria corrupta que ha estado en ojo de la justicia por muchos años, todo esto con el fin de llegar al poder, porque tiene claro que esta podría ser su última candidatura presidencial.
La realidad es que a los electores no nos la están dejando fácil a la hora de decidir. En los diferentes debates no se está llegando a las propuestas que es el punto más importante. Vemos confrontaciones de los precandidatos, pero la realidad es que es muy poco lo que lo que realmente le están ofreciendo al país. Es urgente que las coaliciones expongan con más claridad y fundamento lo que quieren hacer en Colombia por los próximos cuatro años. Los electores deben conocer en detalle la visión de país antes de las consultas para poder tomar una decisión sensata y realista.