Sería la expresión más contundente, de esos angelitos que están por nacer, después de haberse autorizado por los magistrados de una corte que se creen celestiales, para disponer en forma aberrante de la vida de un ser inocente.
Como alguien dijo; “pareciera que hubieran estudiado en la universidad de nuestra señora de la pernicia”, y no en universidades decentes, o harán parte de la nueva “decencia” que se predica desde antros como el congreso, y otros no muy peores.
Esta decisión que de jurídica no tiene absolutamente nada, y si quisieron habilitarla como políticamente correcta, dejaron más evidente aun, que tomar decisiones contra niños, no es más que la implementación de esa estrategia malvada internacional de los Soros y los Bill Gates, de torturar menores (en el aborto media una tortura), para extraer su adenocromo, y ser utilizado en las elites económicas y sociales, por su alto costo, para retardar el envejecimiento y el deterioro corporal, todo patrocinado por el comunismo mundial. En las Farc el aborto es obligatorio.
Hasta allá ha llegado la famosa jurisprudencia constitucional de nuestro país; una verdadera aberración.
El daño causado al derecho y a las nuevas generaciones de colombianos ha sido tan monstruoso e irreparable, desde el criminal episodio del asesinato de magistrados de la grandiosa corte suprema de justicia, ese sí, verdadera corte.
Lo peor; las altas cortes, valiéndose de las vías de hecho, en forma evidente y reiterativa, desde el fatídico episodio del Plebiscito, han reventado las instituciones, y ahora la vida, sin que exista gobernante de verdad que diga “alto aquí”, y recuperar mediante las vías institucionales como los estados de excepción, el respeto a la tridivision del poder, arrasado por la avalancha mafiosa del narcotráfico como financiador de toda esta estrategia asesina y genocida de ahora.
Durante este gobierno, pese a haber sido elegido por mayorías que le dieron un mandato claro y contundente, todo contra lo que estaba sucediendo, y lo está aún peor, también por la ineptitud de un gobernante complaciente con todo lo que está sucediendo, que lo hace cómplice de sus ideólogos y patrocinadores de esta última aberración genocida.
Gracias presidente por retirarse lo antes posible, antes que Colombia termine de caer en el abismo moral e institucional que va en camino; no acompañe más a mal morir a un país que llenó de gloria a su familia y nunca mereció, menos aún, recibir como contraprestación, una retribución tan baja y ruin, como su falta de grandeza.