Por: Ariel Peña
Vivir para ver; resulta que sectores de la mamertada en Colombia, abiertos y disfrazados, últimamente les ha dado por señalar a lo que ellos llaman derecha de tener un sesgo ideológico, cuando históricamente durante 7 décadas los seguidores del engendro comunistas se han movido a sus anchas en diferentes estamentos de la vida nacional, especialmente en las organizaciones sociales, sindicales y en la academia, adoctrinando, sin que hayan tenido rivales ideológicos de peso o sea sin contradictores que les develaran sus intenciones totalitarias; pero ahora, aunque tímidamente existen demócratas que les plantean el debate intelectual a los comunista y a sus idiotas útiles, a eso se le califica de sesgo; cuando son los partidarios del marxismo leninismo los que en su fanatismo buscan enajenar políticamente a las personas mediante el reduccionismo.
Ante el reduccionismo y el enajenamiento político, los movimientos que hacen parte de la democracia liberal, no le pueden hacer el juego a la dicotomía del comunismo totalitario que busca que la humanidad tome partido entre el capitalismo y el socialismo; esa estrategia maniquea producto de un revuelto del marxismo con el maquiavelismo que impulsó principalmente el comunista italiano Antonio Gramsci, es una treta hegemonista, para confundir a los pueblos y llevarlos a la esclavitud política, ya que como lo hemos dicho en varias ocasiones, los términos capitalismo y socialismo tienen bastantes aplicaciones.
Los mamertos en Colombia no quieren renegar del engendro marxista leninista, pues quieren conducir a Colombia al “socialismo” a las buenas o las malas, utilizando unas etapas predeterminadas con los acuerdos de La Habana; sin que sus idiotas útiles nos aclaren ¿cuál socialismo? Pues ese término en la historia ha tenido varias acepciones, comenzando por Hitler quien aparte de haber sido admirador de Karl Marx (así lo hizo saber en su libro “Mi Lucha”) fue el líder máximo del partido obrero nacional socialista (Nazi), y también en su demagogia proclamaba la lucha por los pobres y los humildes. Entonces Indudablemente por su prosapia el “socialismo” que quieren aplicarnos los “alternativos”, por ser cercanos a sus afectos, es el de Cuba, Venezuela y Norcorea o sea una dictadura sanguinaria.
Ese esquematismo entre socialismo y capitalismo es absolutamente obsoleto, y para vivir al ritmo de los tiempos se debe impulsar un sistema de economía múltiple, pero no entendido como una tercera vía, sino como el conjunto de medidas pragmáticas e inteligentes, que lleven calidad de vida a los pueblos sin dogmatismos ni avaricias desmedidas.
Como heredero de Maquiavelo el marxismo plantea las cosas en blanco y negro, mostrando siempre dicotomías, cayendo en un maximalismo para que las personas despistadas y atrasadas tomen partido, esa división perversa la promueven los seguidores del comunismo totalitario, cuyos intereses burocráticos y de secta los lleva a creerse “iluminados”, para manejar y someter a sus semejantes, por ello es que durante toda la existencia del marxismo se ha vendido el dilema económico y político entre capitalismo y socialismo, sin que hayan posibilidades de otras ofertas; esa actitud cerril lleva a la conclusión temeraria de que “ está conmigo o contra mí”.
De ninguna manera se puede tomar a los seres humanos como zombis, para aplicarles recetas metafísicas, dado que la libertad individual como condición suprema de la humanidad está por encima de la manipulación política; por ello reducir el destino de los pueblos al capitalismo o al socialismo, es producto del interés mezquino de quienes siguiendo los sofismas marxistas consideran que la conquista del poder es como su dios, debido a que el discurso miserabilista que proclama la estratagema de la emancipación del proletariado, no solo lo ha manejado el marxismo sino también sus parientes hegelianos que son el fascismo y el nazismo.
En el capitalismo como en el socialismo hay muchas variables, siendo paradójicamente el capitalismo de estado el que se practica en Cuba, Corea del Norte, Nicaragua y Venezuela. La más clara demostración del capitalismo salvaje se tiene en la China, en donde el partido comunista se alió con las grandes transnacionales hace 44 años para superexplotar a los trabajadores (dando origen al neoliberalismo), compartiendo la plusvalía con el capital financiero internacional, y conservándose el manejo del estado en las manos de la camarilla comunista; y ahora de ñapa el partido comunista chino le regala a la humanidad el Covid-19 que ha producido millones de víctimas en el planeta con la pandemia.
Hay un socialismo democrático en países como Suecia, Finlandia y Noruega, entre otros, que no han tenido que recurrir a la violencia para implementar ese modelo, lo que demuestra que a los seguidores del marxismo leninismo caso de las Farc y el Eln en Colombia que utilizan el terrorismo, no les interesa el progreso social de las masas, sino la toma del poder para dar rienda suelta a sus instintos insanos de someter a los demás, y por eso siguen proclamando maniqueamente el reduccionismo entre socialismo y capitalismo.
Para superar esa especie de entropía se debe plantear el sistema de economía múltiple, que recoja las iniciativas privadas y colectivas, buscando el bienestar de los ciudadanos, en donde la defensa del medio ambiente para preservar la vida en la tierra sea la prioridad, defendiendo la democracia económica sin caer en monopolios abusivos, pero primero rechazando al marxismo que exalta el estatismo burocrático y embrutecedor, el cual tiene como condición necesaria la miseria de las masas para volverlas maleables a la dictadura.
El sistema de economía múltiple recoge las experiencias positivas de un capitalismo industrial y comercial, además de la social democracia y de la autogestión libre y creativa que busca principalmente la independencia económica de las personas, reprobando el extremismo comunista y la acumulación desmedida del capital que lleva a las recesiones económicas mundiales, en donde el manejo del dinero es parecido al de un casino, porque sus grandes masas se vuelven especulativas por no tener un destino productivo.
Con un sistema de economía múltiple se desarrolla el conocimiento y la prosperidad, repudiando sin ambages el esquematismo marxista-maquiavélico de escoger únicamente entre socialismo o capitalismo, lo cual responde al reduccionismo y al enajenamiento político.