Por: P. Toño Parra Segura padremanuelantonio@hotmail.com
Interesante que aprendamos a entender el sentido de ciertas palabras que utiliza la Biblia, para que se acreciente en nosotros el amor que Dios nos tiene. Entre ellas está la “misericordia”, palabra latina que se traduce: “miser”: miseria y “cor-cordis”: corazón, y que nos hace pacientes y compasivos con los demás.
Jesús en el juicio que hace con todos nosotros, en las diversas circunstancias de nuestra vida se mantiene dispuesto a perdonar, a disculpar todas nuestras miserias y pecados con tal que sintamos un verdadero arrepentimiento. Tanto en el caso de los Galileos, como en las víctimas de la torre de Siloé, Jesús los disculpa porque no se les dio el tiempo para el cambio. Tenemos que recordar siempre que Jesús vino a salvarnos a todos, porque todos somos pecadores, como lo expresamos claramente al iniciar nuestras Eucaristías.
El Salmo 102 nos lo recuerda hoy con mucha precisión: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia”.
Se nos olvida muchas veces las condiciones que nosotros ponemos en la mejor de las oraciones: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
El pecado que heredamos todos nos hace soberbios y así en muchas ocasiones oímos la expresión: “Yo perdono pero no olvido”, que nos quita la capacidad que exige Dios para el verdadero perdón.
El señor en su expresión de hoy, quiere encontrar verdaderos frutos como preparación para la Pascua, y esto exige un verdadero examen de toda nuestra conducta para el cambio.
Ojalá el Señor no tenga que pronunciar las mismas quejas que hace al encargado de la viña: “Hace… tiempo que estoy viniendo a buscar higos… y nunca encuentro nada”.
Muchos años de predicación, de sacramentos, de promesas y seguimos lo mismo, con perdones condicionados que no llevan al cambio que el Señor quiere en cada uno de nosotros.
El encargado de la viña en el Evangelio de hoy le pide un año de plazo, para un intento nuevo de cambio y a nosotros por la bondad de Dios se nos han concedido varios plazos, ojalá que éste sea el último, para no abusar más de la bondad y de la espera del Señor.
Los cambios que estamos padeciendo en las estaciones nos enseñan a no esperar el último momento para buscar soluciones necesarias.
Tenemos una gran habilidad para cambiar a los demás, ojalá la utilicemos para lo personal, pues al final es de lo que tenemos que responder ante Dios.
Si el Señor sigue siendo compasivo y misericordioso, ojalá no abusemos de su bondad, sino que aprovechemos el tiempo que nos queda, que siempre será corto, para iniciar nuestra conversión.